lunes, 2 de diciembre de 2019

LABORAL.- Se permiten resacas

Un tribunal alemán dictamina que la resaca es una enfermedad


Para decir esto no hace falta ser ni tribunal ni alemán.

Vale que, en nuestra más que cuestionable autoestima patria, tengamos cierta tendencia para acoger cualquier soplapollez foránea por el simple hecho de su lejana procedencia, digan lo que digan.

De este modo admiramos por igual a los japoneses, que son todos iguales y no caben ya en sus islas, que a los nórdicos, que papan más frío que un pulpo congelado, hablan raro y escriben todavía peor.

Y, para muestra, solo hay que coger una carta de un restaurante japonés o un catálogo de IKEA para comprobarlo.





Estaremos de acuerdo en que no parece lo mismo pedir un atún a la plancha que un teppanyaki, o una humilde toalla que una vikfjärd; sin duda el atún teppanyaki te va a saber mejor y la toalla vikfjärd te secará más suave el sobaco.





Y todo, porque aquello que provenga del extranjero trae incorporado como un halo y un plus de calidad sin saber muy bien el  porqué de esta devoción; de tal modo que si tú lees que José Luis Otero hizo tal descubrimiento, parece que no ha pasado nada, pero si es descubridor fue Thomas Schültz, que no sabes ni quien es, la cosa cambia y ya parece mucho más creíble y respetable.

En el titular de hoy por si no lo habíamos percibido, hemos de rendirnos ante la afirmación, o más bien sentencia, de un tribunal alemán para darnos cuenta de que una resaca es una resaca; o sea, que por la mañana estás muy perjudicado si es que la noche anterior te has bebido hasta el agua de los floreros y el Varón Dandy cuando se terminó el gin tonic.





Que le pregunten a los que salen de marcha por Santa Comba.

En todo caso, supongo que los magistrados alemanes habrán probado en sus propias carnes las consecuencias de trasegarse unos cuantos litros de cerveza -que para eso son muy suyos- y en plena resaca habrán decidido que al día siguiente de pillarte un cebollón, tienes todo el derecho del mundo de faltar al trabajo "por enfermedad".






No quiero pensar que, como en tantas otras cosas, importemos para nuestro país esta decisión germana.

Con lo gamberros que somos por aquí, habrá legiones de currantes que se agarren tremendas cogorzas a golpe de domingo, celebrando, precisamente, que al día siguiente no tendrán que ir al trabajo ausentándose legalmente "por enfermedad".

O sea, los lunes al sol.




  
Tremendo, oiga.