Sorprenden a un hombre tocándose los genitales junto al Multiusos de Sar, en Santiago.
Poco mérito le otorgo a la Policía de Santiago por su última intervención. Sin entrar a cuestionar su eficacia, que sin duda está acreditada en múltiples operaciones, podrían hacer -con la misma finalidad de sorprender al delincuente sexual- una redada a nivel nacional que les reportaría cientos de detenciones garantizadas, aunque para ello tendrían que contar con el placet del ministro, ministra o ministre de cuota, o mérito político, responsable de estos asuntos y que, no sé por qué, me da la impresión de que no estaría mucho por la labor, no tanto por la posible ineptitud para el desempeño de su cargo, sino por el riesgo de ser, probablemente, uno de los futuros detenidos.
Para ello, nuestros abnegados policías, solamente tendrían que tomar el AVE y desplazarse a la Carrera de San Jerónimo, en la capital de España; allí podrían sorprender con las manos en la masa, nunca mejor dicho, a cientos de hombres, mujeres y otres, rascándose sus partes genitales -algunos incluso a dos manos- a cuenta de los paganinis que, más o menos al cincuenta por cien, celebramos o criticamos su ataraxia en estos tiempos sobrevenidos de los que somos sujetos pasivos hasta que el voto, al que tenemos derecho una vez cada cuatro años, renueve o cambie las condiciones políticas que regirán nuestro efímero tránsito por este mundo durante la siguiente legislatura, si es que sobrevivimos a ella; porque al final, en medio de una de estas, vamos a cascar y los que allí estén, continuarán sin que a los difuntos nos importe ya un pijo lo que digan o hagan los que queden y a ellos, por supuesto, menos.
En tanto en cuanto no palmemos, entre esta fauna de tocahuevos, tanto propios como ajenos, podemos encontrar a fantásticos actores con puestas en escena dignas de las mejores obras teatrales de Broadway, al igual que a algún energúmeno ocupando asiento unos escaños más arriba, que en sus votaciones no consigue distinguir entre los botones de SI y NO y además, equivocándose con reincidencia. Este individuo, aparte de tener menos luces que la lancha de un contrabandista, no ha visto Barrio Sésamo. No quiero pensar lo que podría pasar si hubiera tenido más de dos opciones y varias teclas para decidir; lo echaría al "pinto, pinto, gorgorito..."
Yo, al más puro estilo gallego, en las votaciones suprimiría las opciones de SI y NO para sustituirlas por otra única de DEPENDE; así, al menos, nos garantizaríamos que no se aprobasen chorradas y leyes que atentan contra el más mínimo sentido común y podríamos vivir algo más tranquilos mientras nuestros eruditos y sesudos mandatarios intentaran analizar y dilucidar los "dependes"
Mención aparte merece la clá o grupo de palmeros que, al más puro estilo flamenco, se arranca por desafinados compases de palmas - que alguno ni para eso sirve, ya lo voy diciendo- cada vez que abre la boca uno de su banda o, sensu contrario, hacen coro para murmurar y abuchear las intervenciones de los rivales, con independencia de lo que hubieran dicho.
Pues bien, visto el circo que tenemos montado en este país y espoleado por el titular que hoy me ha dado paso a esta cabreada reflexión, mi deseo -que desafortunadamente no se cumplirá- es que detengan, además de al anormal de Santiago que anda manoseando sus desgraciadas pudendas partes por ahí, a todos los que están tocándoselas diariamente con cargo al erario público, o sea, el tuyo y el mío; todo ello, cuanto antes y sin remisión.