domingo, 17 de septiembre de 2023

El percebe

 

Un percebe de 17 centímetros de largo espera a un cliente de la Taberna del Náutico de Sanxenxo


TABERNA DEL NÁUTICO

Para hacerse una idea de su tamaño, la longitud media de un pene erecto es de 13,12 centímetros



Si bien el titular, "per se", merece unas líneas para valorar su importancia, dado que no es habitual encontrarse con un percebe de 17 centímetros, no es el titular el que me mueve a ponerme al teclado, sino el pie de foto del periodista que nos pretende ilustrar con una comparativa, a mi criterio un tanto desafortunada, acerca de su tamaño.

El tema del tamaño del miembro viril, con perdón, ha sido con frecuencia objeto de comentarios tanto jocosos como lascivos entre personas de ambos sexos. No es asunto cómodo para mí escribir algo sobre esto, habida cuenta de mi condición sexual que, en principio, me sitúa como sujeto pasivo e implicado de facto en la parte masculina y confieso que hoy temo salpicarme, metafóricamente hablando, claro.





No quiero imaginarme a los lectores y lectoras del diario, al abrir el periódico y leer la noticia, cogiendo la cinta métrica, si no lo hubieran hecho antes por otros motivos o inquietudes, para tomarle medidas al asunto colgante y comprobar si aquello da la media nacional y así poder sentirse más o menos comprometidos y compungidos, o bien ufanos y ufanas, por la parte que les toca, de la comparativa con el crustáceo, según el resultado de la medición.

El "Pollicipes pollicipes" es el nombre científico del percebe, que no recordaba y tuve que buscar; por cierto, por algún lugar habrá alguna explicación a que los científicos nos repitan el nombre de muchos bichos, como si no nos hubiese quedado claro la primera vez que se trata de un "Pollicipes" y tener que repetírnoslo de nuevo. Ellos sabrán, que para eso estudiaron. No me imagino yo que me tuviesen que llamar José María José María, pero en fin...





Ahora bien, al hacer mención al nombre científico me estoy dando cuenta de que el periodista no iba muy desencaminado, ya que la etimología de "Pollicipes" bien podría sugerir el término "polla" y "pie" y por ahí podrían venir los tiros, más aun reparando en que el tipo -no el periodista, sino el bicho- tiene como protagonista de su anatomía su propio aparato reproductor, que le ocupa desde la uña hasta el pie. Tremendo, si  bien ello no es símbolo de su masculinidad, dado que el percebe es hermafrodita y, curiosamente, a la hora del apareamiento, escoge su propio sexo, erigiéndose en precursor de las actuales leyes acerca del cambio de sexo que tanta polémica están causando últimamente y que posibilitan que uno sea hombre o mujer según venga el aire en ese día, previa manifestación legal en donde proceda. No cabe duda que la naturaleza nos da lecciones diariamente.


De todos modos, volviendo al periodista, para que nos hiciéramos una idea del tamaño del cirrípedo en cuestión, en vez de llevarnos a términos fálicos, bien podría haber hecho la comparativa con una cuchara o un tenedor, que miden unos 20 centímetros, un bolígrafo BIC, que mide unos 15, o una lata de Coca-Cola, que anda, sin erecciones, por los 12 centímetros, y ya nos daría una visión del invertebrado sin necesidad de recurrir al lujurioso comentario que, además, para su comprobación necesitaría de ciertos prolegómenos onanistas o agradables interacciones, para alcanzar o sobrepasar, según el caso, los 13,12 cts., cuyo detalle obviamente no procede explicar en este comentario.






Y a todo esto, si para visualizar el percebe nos formó semejante lío, no quiero pensar que se tratase de una lamprea, aunque ya le voy anticipando que, en ese caso, para establecer la comparativa solamente tendría que recurrir al "negro del whatsapp", y todo el mundo lo entendería a la primera sin necesidad de tomar medidas.




miércoles, 6 de septiembre de 2023

Notario presunto "Fitipaldi"


GUERRA DEL RADAR CONTRA EL CONDUCTOR DE UN BMW DE EMPRESA: A MULTA POR MES.

Condenado en Vigo el infractor, un notario que lo negó todo y alegó que a esa hora trabajaba en su despacho.




Vayamos por partes: en primer lugar, disfrutar de un coche de empresa es un privilegio de asalariados con altos cargos, autónomos o empresarios que se lo auto endiñan por motivos fiscales, valga la grosera expresión; es decir, el resto de los mortales nos tenemos que conformar con tener nuestro propio auto, pagado o todavía a medio pagar, según ande el bolsillo de cada quien; existiendo además las variantes de los que conducen coches embargados, robados, sin seguro, sin pasar la ITV..., pero esto es tema para otro día.

En el primer caso, el celo y mimo con que se cuida el vehículo propio, no se suele trasladar a cuando se trata del "coche de empresa", y si alguien que se considere concernido no está de acuerdo, que me corrija.




Ahora bien, llegada la hora de las multas que se pudieran ocasionar, el repertorio de descargos para evitar el hachazo después de la infracción, suele ser de lo más variopinto, siendo el más manido el que recurre a la no identificación del conductor en el momento en que esta se ha producido.

El "maestro" Joaquín Sabina, narrador inigualable de los últimos lustros de nuestra historia, resume en uno de sus últimos trabajos la postura más común en estos tiempos ante cualquier metedura de pata:  su título es "Lo niego todo".

En el caso del titular de hoy que me mueve a escribir estas líneas, el infractor recurrente, no sé si incluso recalcitrante, se trata de todo un señor notario que alega que mientras él se encuentra trabajando, alguien anda pintando la mona por ahí con su BMW y después lo devuelve a su garaje o aparcamiento habitual sin que nadie se entere, como en un cuento de hadas, a excepción de la DGT quien, hermanada con Hacienda, todo lo sabe y controla.

Pues bien, dado el montante de la multa y la importancia de la infracción, se entiende que no se van a tomar huellas y pruebas de ADN en el vehículo en cuestión, como si se tratara de un crimen, para conocer la identidad del piloto; habrá, pues, que remitirse a las fotografías -si las hubiere- con nitidez suficiente, para comprobar si el BMW iba conducido por el notario susodicho, Rubiales, Cañita Brava, o alguien de más compleja identificación.



Desde mi humilde opinión, dado que tengo afecto por algunos notarios y aunque a este no tengo el placer de conocerle, le sugeriría que levantase acta de que él no iba conduciendo el vehículo en aquellos momentos, y aquí paz y después gloria. Al fin y al cabo, los notarios dan "Fe Pública" de los actos que acontecen y, por lo tanto, no los puede discutir nadie; y así la DGT se la tendría que envainar y apagar el radar cada vez que pase por allí el fedatario en cuestión, so pena de que, como pliego de descargo, reciba un acta notarial de que el BMW no iba conducido por nadie, o, yendo más lejos todavía, por un sargento de la Guardia Civil.



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