lunes, 31 de diciembre de 2018

Navidad,¿o no?

.
Resultado de imagen de alumbrado meis



Nos guste o no, tenemos que reconocer que el asunto este de la navidad se nos ha ido de las manos. 

Atrás quedan aquellos tiempos en los que la navidad empezaba cuando tenía que empezar, es decir, un par de semanas antes de la nochebuena; tiempo esperado durante buena parte del año y especialmente a medida que la fecha se iba aproximando en el calendario.

De este modo, a principios de diciembre comenzaban los escaparates a poblarse de mercancías propias de la época, bien juguetes, dulces navideños u objetos de otro tipo relacionados con el leitmotiv de la celebración.





En paralelo, las calles de las ciudades se iban iluminando con campanas, estrellas y otros humildes motivos luminosos más, esperados por todos con ansiedad, y que daban sentido a aquella entrañable época del año al tiempo que por algún altavoz estratégicamente ubicado sonaban conocidos villancicos para animar el ambiente.






Tampoco era infrecuente que alguna ocasional nevada aportara su romántico punto de decoración natural a todo aquello.

Pues bien, sin saber muy bien ni cómo ni porqué -o sí- las navidades empiezan ahora cuando le viene en gana a los centros comerciales. 

Este año he ido a comprar unas chanclas para la playa porque se me habían roto las de la temporada, y en su lugar, en vez de chanclas, había una variedad de turrones, mazapanes y polvorones al amparo del aire acondicionado que paliaba las altas temperaturas reinantes a finales de verano mientras la gente se torraba al sol en las playas.






Llámenme raro, pero no me veo comiendo polvorones y turrón duro, en la playa a 30 grados, al menos en Galicia que es mi tierra, y mucho menos a casi tres meses vista de las señaladas fechas.

Esta locura por precipitar el inicio de la navidad no va con el municipio de Meis que, sin darse mucha prisa, se encontraba colocando la iluminación ya pasados los días de nochebuena y navidad, como nos indica el titular de hoy.

Tranquilos, no hay prisa; ¿o es que son ya las del año que viene?

De todos modos, este entusiasmo por adelantar y potenciar la celebración navideña por parte del comercio, muy especialmente las grandes superficies, contrasta con lo romo de los gobiernos de turno a la hora de dar visibilidad a esta tradición tan arraigada en nuestra sociedad.

Resulta que al señor que le corresponde gobernar en estos momentos a nuestro país, no le gusta la navidad, o, al menos, no le he visto pronunciarse de forma entusiasta sobre ella.

En un escorzo nihilista, haciendo gala de la transversalidad, pluralidad, diversidad, globalidad y no sé cuántas gilipolleces más terminadas en -dad, que ha puesto de moda semántica el caballero en cuestión, también ha decidido suprimir el belén de su residencia oficial; cómo si el Niño Jesús tuviera algo que ver con sus posibles carencias emocionales.





Vamos a ver, las fiestas son para celebrarlas, y si no se cree en ellas, pues no se celebren y punto.

Habrá que ser algo coherentes, digo yo.

En principio, no conozco todavía a ningún ateo confeso que se pase las fechas navideñas trabajando, en vez de celebrarlas por no creer en ellas (verbigracia, el citado); tampoco a anticonstitucionalistas y antisistema, que cobran por serlo, que no apuren hasta el último minuto el puente de la Constitución para realizar cualquier actividad lúdica que nada tenga que ver con el trascendental acontecimiento que tampoco celebran, pese a ser lo que les permite comer caliente todos los días del año.

En la misma línea de pretendido post-modernismo se sitúan otras intervenciones y performances impropias de quienes están al frente de gobiernos locales representando a toda la población y no solamente a sus votantes y palmeros actuales y potenciales.  

Exabruptos como los exhibidos en Barcelona, Madrid, Coruña y otros más, no hacen más que confirmar la indigencia intelectual que caracteriza a sus promotores a la hora de respetar las tradiciones y su afán por hacer desaparecer cualquier vestigio que nos identifique como pueblo, al margen de cualquier consideración religiosa con la que podamos estar más o menos de acuerdo.






Habrá, pues, que rogar a los señores que circunstancial y temporalmente -no se olviden de esto último-  en estos momentos rigen nuestros destinos, que dejen las cosas como vienen estando los últimos dos mil años y respeten las tradiciones que, sin duda, permanecerán durante muchos años más pese a sus efímeros y talibanes esfuerzos. 

"Sic transit gloria mundi"

jueves, 18 de octubre de 2018

Dragones sin mazmorras




 

Encuentran un dragón barbudo australiano extraviado en un chalet de Madrid


La importancia de una coma, y para muestra un botón.

Encuentran un dragón barbudo australiano, extraviado, en un chalet de Madrid.

Encuentran un dragón barbudo australiano extraviado en un chalet de Madrid.

Tras analizar la utilización o no de la coma y por ende, del diferente significado de la frase; nos vamos a quedar con la última, que se destaca por la ausencia de comas en su enunciado, aunque me temo que no era esa la intención del redactor del titular.

Desconozco que es lo que pasa últimamente con las comas que, en el mejor de los casos, han desaparecido de algunos artículos periodísticos; y digo en el mejor de los casos, porque en otros, su utilización no es correcta, lo que desvirtúa completamente los mensajes.





Hoy, el periodista nos ofrece un titular que nos remite a un dragón barbudo pululando por un chalet de Madrid, sin saber muy bien a donde ir, y a sus moradores buscándolo por todas las dependencias del inmueble hasta conseguir encontrarlo.

Una de dos, o muy pequeño era el dragón, o muy grande era el chalet.

Vamos a ver, si tú vives en un chalet y en él mora un dragón -para más inri, barbudo y australiano- lo normal será que te lo tropieces por el pasillo, las escaleras, o te lo encuentres en el baño o en la cocina a la hora de desayunar, salvo que estés miope perdido y  lo confundas con el perro o con tu suegra.

Otra cosa será la relación que podáis mantener; lo mismo se deja acariciar la barba, o se escapa a la mínima que te acerques; tampoco se descarta que te pueda dar una dentellada del quince, meterte un viaje con la cola y estamparte contra la pared del salón, o soplarte un fogonazo tipo lanzallamas que te haga una depilación total , que así hicieron los dragones toda la vida de dios.





O sea que, vamos a celebrar que lo hayan encontrado, con comas o sin comas, antes de que la pueda liar parda dentro del chalet merendándose al gato, a algún niño, o plantándole fuego a las cortinas de la salita.

domingo, 23 de septiembre de 2018

Se buscan monjas



Se buscan monjas de clausura
para reabrir un convento

A mí, que soy una persona bastante ociosa, en vez de adueñarme de una valla para mirar obras, ponerme a estudiar ciencias políticas o leer a Paul Krugman, que no dejan de ser otras gilipolleces  similares, me da por curiosear anuncios de los periódicos en los que se buscan las cosas más variopintas; así puedo comprobar con frecuencia como se buscan albañiles, fontaneros, estudiantes para trabajos eventuales, y otros servicios de todo tipo y condición.

Lo que nunca había visto en anuncios por palabras, ni creo que llegue a ver, es que se busquen monjas, como acredita el titular de hoy.

En principio, cabría pensar que podría tratarse de mujeres con aspecto de monjas para figurantes de una película u otra cosa parecida; pero no, se buscan monjas de toca, de las de verdad, además, para rizar el rizo, de clausura.




Vamos a ver, catedrático, ¿cómo vas a buscar monjas de clausura si ya están "clausuradas" y no las puedes ver?

¿Cómo crees que te van a ver el anuncio si no tienen contacto con el exterior porque están encerradas en sus respectivas celdas haciendo tocinillos de cielo y zurciendo rotos imposibles de arreglar por el resto de los mortales.

.



Una opción sería que les propusieras a través de la Madre Superiora, si lo tiene a bien, lo que hacen las telefonías para captar clientela, cambiar de compañía.

Ahí ya habría que ofrecer mejoras que las motivasen al cambio, como podría ser tarifa plana para oraciones, confesión virtual, celda full-equip, pases pernocta..., yo qué sé.

Aunque yo creo que la vía de sacarle clientes a la competencia, en este sector de la clausura no va a ser tarea sencilla.

Quizás habría que montar un criadero de monjas, en el mejor sentido de la palabra, al igual que se hacía no hace muchos años con los curas internando a los infantes en los seminarios -hoy más vacíos que la caja de las pensiones- para que de adultos, previa correspondiente tonsura, votos y demás protocolo litúrgico, empezaran a repartir hostias entre los afines al asunto religioso.





No sé, mejor dedicarse a la prospección en diferentes mercados en busca de otros fenómenos que pululan por ahí, como los del Hare Krishna esos, que parecen butaneros un poco tirillas con el coco rapado y a lo mejor los convences fácilmente y te vienen para tocar los platillos tan plácidamente en el convento sin dar la brasa a nadie por la calle y pagan religiosamente, como no podía ser de otro modo, el correspondiente alquiler.

Y así, ya podremos reabrir el convento. Lo malo es que estos últimos, de hacer tocinillos de cielo, me temo que nada de nada.


.

lunes, 10 de septiembre de 2018

Submarino que no flota.




La triste historia del submarino español que no flotaba

El S-80 es la última joya de la Armada española. El problema es que no flotaba. Eso se resolvió agrandándolo. El problema ahora es que no cabe en su muelle. Y es carísimo.

Yo en ese submarino no me meto ni para recoger un premio de la primitiva.

Vamos a ver, para construir un submarino que no flota no se necesitan 4.000 millones de euros, que es lo que va a costarnos la fiesta a los españolitos que pagamos el pato de todos estos dispendios, más propios de una historieta de Mortadelo y Filemón que de una situación real.

Tú coges un autobús del desguace, le das 1.000 euros por él al paisano y lo tiras al mar (al autobús, no al paisano) y ya tienes un submarino que no flota por 3.999.000 euros menos y con el mismo servicio, o sea, para criar pulpos.






Estos temas de la ingeniería nunca llegué a entenderlos muy bien; en principio, el ingeniero es una raza que se cruje a estudiar un montón de años unas cosas muy difíciles para después, algunos, cagarla en cosas muy fáciles. 

El asunto de este submarino es digno de estudio, ya que la causa de que flote menos que una excavadora cargada de bloques de hormigón, se debe a que le han puesto más peso del debido en su construcción.


.

Probablemente hayan pensado que los que flotan son los barcos y que los submarinos no tienen porqué flotar; o bien no tuvieron en cuenta a la hora de la construcción que después tendría que llevar un montón de torpedos a bordo para hacer pupita al enemigo, y esos pesan lo suyo.

Eso es como mi amigo de Rianxo que construyó una dorna en su galpón y cuando la quiso botar no le cabía por la puerta y tuvo que tirar una pared entera para poder sacarla de allí.

Fuere como fuere, hasta aquí, para nota; pero después vinieron otros lumbreras más lúcidos que los anteriores y para conseguir que el artilugio flotase como debiera, decidieron aumentar un montón de metros su eslora; conclusión: que ahora no cabe en su base.






O sea, que tu tienes una base la mar de chula para submarinos y te ves obligado a dejar a tu submarino estrella, de adorno en una rotonda de Cartagena porque en tu base se sale tres pueblos por encima del muro del muelle. 

Yo creo que debería de aterrizar, o amerizar mejor dicho, una nueva oleada de ingenieros para ver si pueden atracarlo en sentido vertical, que así ocupa menos y tal vez pueda colar; total, a la tripulación, que va tan apretujada que no se puede ni tirar un pedo, le va a dar igual ir vertical que horizontal; eso sí, en el hipotético caso de que finalmente consigan que la situación se normalice sin que se líe más todavía, que todo es posible, y así daría para un nuevo artículo y más cachondeo.



domingo, 2 de septiembre de 2018

Los pimientos del SERGAS




Piden que no se use el ambulatorio de Oímbra para la Festa do Pemento


Que la Sanidad Pública no funciona del todo bien, es de dominio público.

Para comprobarlo, solamente necesitas presentarte más bien de forma no voluntaria porque ir por ir, no vas, en algunos servicios de urgencias y ya empiezas a sufrir algunas ineficiencias al tiempo que vas salvando obstáculos -léase camas en los pasillos, sala de sillones, esperas eternas y otras lindezas, cual si un Juego de la Oca se tratase- ello aderezado, que todo hay que decirlo, con algunos dolientes que no deberían de haber acudido allí y lo han hecho por el simple motivo de que el moco les salía más verde hoy que ayer u otros que llevan a la abuela porque se tiró dos pedos de más por la noche, a ver si la pueden colocar para irse de fin de semana a la playa.




En cualquier caso no son los saturados servicios de urgencias el tema de hoy;  el titular que intento desgranar va de sanidad y pimientos; extraño maridaje así, a bote pronto.

Desconozco la autoría de la idea de celebrar la Festa do Pemento en el ambulatorio de Oímbra, pero no se puede negar que es una auténtica genialidad y su mentor merece especial reconocimiento.

¿Te imaginas la freidora talla XXL de dos metros de diámetro, con diez garrafas de aceite hirviendo en su interior, quinientos pimientos chisporroteando dentro de ella y todo este circo montado dentro del consultorio del médico de guardia?




O sea, que en esas entra un accidentado hecho un asco y tienes que decirle al que anda con la espumadera y el mandilón lleno de lamparones de grasa, que se eche a un lado porque tienes que atender al "cliente" y con la salpicadura del aceite hirviendo va a salir de allí bastante más perjudicado de lo que había entrado.

Bueno, también cabría la posibilidad de atender al paciente en el váter, apartando la escobilla, que tampoco nos vamos a poner tiquismiquis cuando nos encontramos tan fastidiados, y la cosa podría llegar a colar.

Otro tema, para nada menor, sería el acceso al consultorio, ya que es de suponer que si se trata de una fiesta, esté abarrotado de personal yendo y viniendo con el correspondiente plato de pimientos en una mano y la botella de vino, el pan y el vaso de plástico en la otra y la reportera de la televisión gallega preguntándole de dónde es y si es la primera vez que viene a la fiesta
.




La charanga ya daría menos problema, pues la imagino ubicada en la sala de curas para no estorbar a todo el resto y en un recinto cerrado se va a escuchar desde cualquier sitio con todos sus decibelios a tope tocando "Paquito el chocolatero".

Realmente, solo habría que cuidar que el médico de guardia y resto de personal sanitario aguanten el tipo y no se tiren a los pimientos, más que nada porque pringan bastante los dedos y después se hace complicado manejar el tensiómetro con las manos engrasadas.

Reflexionando sobre lo anterior propongo que a partir de la fecha, las fiestas gastronómicas se celebren en los centros de salud de sus respectivas localidades ya que la lluvia, en su caso, no interferiría en la fiesta y además, en caso de intoxicaciones etílicas, ya serían atendidas al momento y sin que se despeinaran, ni el beodo ni el facultativo, eso sí, previo lavado de manos.




Y ya, para fiestas mayores, véase San Froilán o las patronales de Coruña, podrían dar mucho juego sus respectivos hospitales, HULA y CHUAC, por aquello del aforo.

¿Llegaremos a verlo?

.