domingo, 2 de septiembre de 2018

Los pimientos del SERGAS




Piden que no se use el ambulatorio de Oímbra para la Festa do Pemento


Que la Sanidad Pública no funciona del todo bien, es de dominio público.

Para comprobarlo, solamente necesitas presentarte más bien de forma no voluntaria porque ir por ir, no vas, en algunos servicios de urgencias y ya empiezas a sufrir algunas ineficiencias al tiempo que vas salvando obstáculos -léase camas en los pasillos, sala de sillones, esperas eternas y otras lindezas, cual si un Juego de la Oca se tratase- ello aderezado, que todo hay que decirlo, con algunos dolientes que no deberían de haber acudido allí y lo han hecho por el simple motivo de que el moco les salía más verde hoy que ayer u otros que llevan a la abuela porque se tiró dos pedos de más por la noche, a ver si la pueden colocar para irse de fin de semana a la playa.




En cualquier caso no son los saturados servicios de urgencias el tema de hoy;  el titular que intento desgranar va de sanidad y pimientos; extraño maridaje así, a bote pronto.

Desconozco la autoría de la idea de celebrar la Festa do Pemento en el ambulatorio de Oímbra, pero no se puede negar que es una auténtica genialidad y su mentor merece especial reconocimiento.

¿Te imaginas la freidora talla XXL de dos metros de diámetro, con diez garrafas de aceite hirviendo en su interior, quinientos pimientos chisporroteando dentro de ella y todo este circo montado dentro del consultorio del médico de guardia?




O sea, que en esas entra un accidentado hecho un asco y tienes que decirle al que anda con la espumadera y el mandilón lleno de lamparones de grasa, que se eche a un lado porque tienes que atender al "cliente" y con la salpicadura del aceite hirviendo va a salir de allí bastante más perjudicado de lo que había entrado.

Bueno, también cabría la posibilidad de atender al paciente en el váter, apartando la escobilla, que tampoco nos vamos a poner tiquismiquis cuando nos encontramos tan fastidiados, y la cosa podría llegar a colar.

Otro tema, para nada menor, sería el acceso al consultorio, ya que es de suponer que si se trata de una fiesta, esté abarrotado de personal yendo y viniendo con el correspondiente plato de pimientos en una mano y la botella de vino, el pan y el vaso de plástico en la otra y la reportera de la televisión gallega preguntándole de dónde es y si es la primera vez que viene a la fiesta
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La charanga ya daría menos problema, pues la imagino ubicada en la sala de curas para no estorbar a todo el resto y en un recinto cerrado se va a escuchar desde cualquier sitio con todos sus decibelios a tope tocando "Paquito el chocolatero".

Realmente, solo habría que cuidar que el médico de guardia y resto de personal sanitario aguanten el tipo y no se tiren a los pimientos, más que nada porque pringan bastante los dedos y después se hace complicado manejar el tensiómetro con las manos engrasadas.

Reflexionando sobre lo anterior propongo que a partir de la fecha, las fiestas gastronómicas se celebren en los centros de salud de sus respectivas localidades ya que la lluvia, en su caso, no interferiría en la fiesta y además, en caso de intoxicaciones etílicas, ya serían atendidas al momento y sin que se despeinaran, ni el beodo ni el facultativo, eso sí, previo lavado de manos.




Y ya, para fiestas mayores, véase San Froilán o las patronales de Coruña, podrían dar mucho juego sus respectivos hospitales, HULA y CHUAC, por aquello del aforo.

¿Llegaremos a verlo?

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