Sexo en el cajero automático
De todos es sabido que en los locales de las entidades bancarias últimamente se ha venido practicando sexo implícito de forma tolerada, consentida a medias -porque no queda otro remedio- y legal mientras no se demuestre lo contrario.
No hay más que recordar las sodomías a las que se han visto sometidos miles de clientes con las cláusulas suelo de las hipotecas, las preferentes, las comisiones y otros artilugios e instrumentos de sado-masoquismo, con desigual aceptación por parte de los receptores; si bien el sentir general es de total desagrado y repugnancia por parte de quienes han de tomar parte pasiva en este acto sexual.
También se dan casos de sucedáneos de sexo oral: cuando te endiñan unas sartenes, vajillas, cacerolas y otros varios de menaje y ajuar que, además, cuando llegas a casa no hay donde ponerlos, con el consecuente cabreo con la pareja, o solo; pero de algún modo es el peaje que tienes que pagar para que no te tuerzan la cara cuando entras en la sucursal o tengan algún miramiento contigo si te faltan dos euros para cargarte el recibo de la luz.
Lo que yo tenía para mí, es que esas escenas de sexo se desarrollaban, bien en las mesas de los empleados (en el caso de sexo menor), bien en el despacho del director, cuando ya se trataba de cuestiones mucho más profundas, valga la expresión en el más estricto sentido freudiano.
Pues bien, a tenor del titular de la noticia, parece que ahora, en el continuo progresar de la banca, han decidido también llevar el sexo a sus cajeros automáticos. Todo en aras a ahorrar personal y hacer más eficaz el trabajo de los pocos que quedan ya dentro.
La idea en principio no parece mala, así podrán descansar de tanto trajín los sufridos empleados.
Supongo que en la puerta de los cajeros ya habrán puesto dos rombos, advirtiendo de qué va la cosa.
Ya me estoy imaginando al cajero con sus pantallas y teclados, preguntando al cliente por el calibre y longitud del aparato con el que desea el cliente que lo pongan mirando para Pamplona y al bicho saliendo por la puertecilla de la máquina después de marcar el P.I.N. correspondiente.
Y a todo esto, para empezar a operar, ¿habrá que introducir la tarjeta por la ranura o por otra cosa más "ad hoc" para irse metiendo en faena?.
Con tanta novedad, tendremos que entrar de nuevo a la sucursal para que nos lo expliquen, pero con cuidado, no vaya a ser que nos la vuelvan a meter en vivo y en directo; aunque yo para estos temas de banco, prefiero practicar el onanismo y me lo monto tan tranquilamente en mi casa con mi ordenador, que es de confianza, y de paso me libro de pillar algún virus raro que no vaya más allá de un troyano informático.
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