domingo, 20 de mayo de 2018

Los "memes" y las memeces.




Los 'memes' sobre la gala del Met comparan la 
actriz Sarah Jessica Parker con el Apóstol Santiago.



Desde que se ha inventado esto del internet ha surgido un nuevo y rico idioma, ininteligible para los no iniciados.

Cada día nos zapatean con una nueva palabra que nos deja sin capacidad de reacción. Fake news, Trolls, Hoaxes, Spam... y un largo etcétera que te hacen sentir un ser ignorante a la vez que carne de exclusión social. 





Una expresión, que ya no es tan actual, es la de "meme", que yo tenía para mí que venía de "memez", por los contenidos que se vierten en ellos.

Me he tomado la molestia de comprobar el origen de la expresión "meme" y resulta que lleva ya más de cuarenta años inventada, o sea, antes de que se inventasen las redes sociales. 

"Meme" viene a ser la mínima expresión que debería de tener un mensaje para que sea inteligible. Lo digo para que, quien no lo sepa, no se moleste en buscarlo, que ya lo he hecho yo por él.

Pues bien, yo me enroco en que, muchas veces, el "meme" en cuestión es una memez.

Para muestra, un botón; el titular de hoy que pretende confundir a la actriz Sarah Jessica Parker con nuestro insigne Santiago Apóstol; que guardan tanto parecido como Heidi y Carmen de Mairena.






Pero, ¿qué tendrá nuestro Santo Patrono para que sea tan frecuentemente vilipendiado?

No hay más que ver la variedad de fauna que, de forma inequívocamente farisea, a traición y por la espalda, se abraza a su figura, con beso incluido por parte de los más ignorantes y atrevidos; acciones a las que por razones obvias de movilidad, el Santo no se puede oponer.





También debe soportar ante su egregia figura, postureos católicos, por parte de reconocidos ateos, en oficios solemnes, así como legiones de guiris y gentes de otras raleas, que a lo único que van a la Catedral es a tomar fotos del Botafumeiro y cuando se detiene, aplaudir de forma grotesca dentro del templo y en medio de la misa, como si acabaran de ver a Pinito del Oro haciendo el triple salto de trapecio y bajándose a la red.






Menos mal que el Señor Santiago es de piedra y, por lo tanto, se hace muy complicado que pueda mover un solo músculo de la cara para mostrar su desaprobación, pero ante semejante tesitura, no me extrañaría nada que, en cualquier momento de cabreo, obrara milagro y bajara del altar mayor para empezar a repartir hostias, y no precisamente consagradas.

Merecidas están, ante tanta memez.

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