sábado, 9 de junio de 2018

curas 2.0

  • Homilías por WhatsApp en A Fonsagrada todos los miércoles


  • Quiero ver los emojis que dedica el señor cura párroco a sus fieles.
  • ¿Les pasará memes también?



  Esto de la iglesia ha cambiado más en lo que va de siglo que en los veinte anteriores..
  • ¿Dónde van aquellas misas preconciliares en latín que oficiaba el sacerdote de espaldas a los fieles y que los que peinamos canas recordamos con mayor o menor nostalgia?

  • El paso siguiente fue darse la vuelta el de la casulla, piar en castellano, y mirar para el respetable, al tiempo que acompañaba la celebración con música de guitarras y corales en un guiño de modernidad para evitar la pérdida de clientes y captación de nuevos.


  • Pese a todos los esfuerzos, ahora los seminarios están más vacíos que la sala de trofeos del Celta y lo que nos viene de moda para la próxima temporada ante esta falta de personal es, sin duda, la misa por plasma; que si se tratase de la de una, bien podrían darla en el bar de la esquina para, de paso, irle metiendo unas cañas con tapa; que eso, quieras o no, ayuda mucho a tener fe.

  • Así, el cura catódico, desde el salón de su casa -convenientemente decorado al uso- puede oficiar para cuarenta o trescientas parroquias, según se tercie.


  • También, entre las partes de la misa, puede contratar spots publicitarios que incrementarían notoriamente los ingresos.

  • El problema surge a la hora de pedir la limosna durante la celebración.

  • Para los menos adictos a los actos religiosos, el asunto de la limosna es ese saco que te pasan por delante para que te rasques el bolsillo y colabores con la causa. ¿Cómo vamos a hacer con las misas virtuales para la recaudación? 
  • Seguro que el cura 2.0 de A Fonsagrada ya tiene contratado un TPV virtual y pago por móvil para que no se le escaqueen sus acólitos y depositen el óbolo sin remisión.

  • De hecho, ya hace tiempo que se han inventado los lampadarios virtuales mediante los cuales cualquiera, desde su ordenador, puede ir encendiendo velas hasta quemar la basílica de San Pedro; eso sí, previo pago, claro.




  • Tampoco las campanas son ya lo que eran. Antaño, según la cadencia y tono de los toques podía conocerse si el extinto por quien doblaban era macho, hembra o niño, o si el toque era a rebato o a otra cosa. Era, un poco, el whatsapp funerario del momento. Ahora, mediante un dispositivo electrónico, aquello se pone a tocar sin mayores miramientos, eso sí, si no se corta la luz.

  •  ¿A dónde irán los campaneros que tañían con entusiasmo las campanas de sus respectivas parroquias a tirones de cadena, con o sin luz?

  • Otro oficio que se habrán cargado es el de monaguillo. ¿Pondrán un asistente virtual?. ¿Cómo harán ahora los pobres niños para sisar algo de los cepillos y andarle en la mistela al cura a sus espaldas en sus primeros escarceos con el alcohol?. Bueno, siempre les quedará hacerse hackers y meter una sisa bien gorda de golpe y porrazo.

  • Y qué decir del juego de muñeca que exigía el movimiento de las campanillas en la consagración. No lo superaba ni Rafa Nadal. Había niños auténticos virtuosos del toque, tanto así que por sus excesos de agitación merecían una severa mirada de reojo del sacerdote para recordarles que no estaban tocando los "doce cascabeles".


  • En definitiva, que si se levanta San Pedro, le da un parraque, no sin antes haber avisado a Jesús para que empiece a gorrazos -al igual que había hecho con los mercaderes en el templo- con toda esta marea virtual que nos inunda sin remedio y que va sepultando las pocas tradiciones que ya nos quedan.

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