viernes, 29 de noviembre de 2019

Difunto apto para trabajar

La Seguridad Social considera “apto” para trabajar a un hombre ya fallecido.


Bueno, llegado el caso, de la Seguridad Social podemos esperar cualquier cosa.
 
Si su inventor levantara la cabeza, que ya se la acaban de levantar pero para volver a enterrársela en otro sitio distinto, más de un responsable del asunto saldría por piernas.

Ahora resulta que tú te encuentras mal, tan mal que te mueres, y va el tonto de turno, o el sistema, o ambos, y te dicen que te levantes del tanatorio que tienes que ir a currar.





Yo, personalmente, no me presentaría.

Esto no lo superan ni las mutuas que intentan que vayas a trabajar con la cabeza debajo del brazo al día siguiente de un accidente que te ha dejado para sacramentos.

Una vez más, tanta ineptitud, tanta deficiencia, y tanta ineficacia, sobrepasan el sentido común y nos ofrecen titulares tan esperpénticos como el que traigo hoy al blog.

No acierto a comprender como es posible que, en unos tiempos en los que buscas un sofá en internet y al momento te aparecen cientos de anuncios de sofás; compras una pirolada en cualquier sitio y en segundos te ofrecen todo tipo de financiación para lo que has comprado aunque seas millonario; digo, que no acierto a comprender que "el kafkiano sistema" no se dé por enterado de que la has palmao.




Probablemente, la solución a todo esto estaría en aplicar un "impuesto al muerto" -aparte de los que implícitamente ya existen, claro- por el cual, en el minuto uno de estar fiambre, hubiera que desembuchar en Hacienda cuatro o cinco mil euros por el simple hecho de haberla palmao.

En ese caso, no me cabe la menor duda de que "La Administración" ya te daría por muerto y no te capacitaría para ir al tajo cuando ya te estás empezando a parecer más a un zombie que a una persona normal.


.





miércoles, 27 de noviembre de 2019

Taller de menstruación

Taller sobre la menstruación para niños el jueves en la Suárez Picallo

Los trabajos, con un presupuesto de 280.000 euros, tienen cuatro meses de plazo





Generalmente los titulares que selecciono para mi blog se caracterizan por su parafernalia, en menor o mayor medida, al menos a mi criterio.

En el caso de hoy, necesito con urgencia compartir este titular a modo de catarsis personal ya que a mí solo, me cuesta una barbaridad digerirlo.




Esta noticia merece una total disección.

En primer lugar, ¿qué coño puede ser un "taller sobre la menstruación"?, y perdón por lo de "coño", máxime en este caso.

No quiero pensar en los típicos trabajos prácticos que se suelen dar en todo tipo de talleres dado que por el hecho de serlo, de prácticas va el tema.





Tampoco me parece asunto que tengan que tratar en principio los niños, como apunta el titular; tal vez sería más apropiado orientarlo hacia las niñas quienes, por exigencias de la naturaleza, son las que se van a sorprender de su aparición y la van a sufrir, o soportar en el mejor de los casos, unos cuantos años de su futura existencia.

Desde luego, la duración del curso me parece excesiva; cuatro meses dan para mucho, salvo que sean de ese tipo de cursos por los que dan subvenciones y esas cosas por las que hubiera que justificar un temario que no quiero ni imaginarme.



¿Y el presupuesto?

Con 280.000 euros, supongo que los cursos se impartirán en algún hotel de lujo con catering de restaurante con estrella Michelín.







Estoy por apuntarme a ellos por curiosidad, aunque el problema va a ser que ya no cuelo por niño y menos por niña.

jueves, 21 de noviembre de 2019

Día mundial del retrete

19 DE NOVIEMBRE
Día Mundial del retrete.

De un tiempo a esta parte se ha puesto de moda fijar un día al año para la celebración de todo tipo de ocurrencias; así hemos podido comprobar como han inventado finezas tales como el “Día mundial de las legumbres”, “Día internacional de los trópicos”, “Día de la lengua rusa”, y un largo etcétera que no procede citar aquí más que para contextualizar e introducir el comentario al titular del día.
Pues bien, hoy nos hemos despertado con la noticia de que nos encontrábamos en el “Día mundial del retrete”.
He de confesar que, en principio, acostumbro a celebrarlo todos los días ya que de no hacerlo así, probablemente tendría un problema que, sin duda, se agravaría de forma dramática si la visita al retrete, fiel a la conmemoración, la hiciese solamente una vez al año.
Yo no sé muy bien a qué obedece esta celebración ni los actos correspondientes que tendrán lugar para lucir y poner en valor semejante nominación.
Cabría pensar en una exposición de inodoros y retretes de toda clase y condición, incluso que tuviera lugar una recreación histórica de lo que han sido desde hace unos miles de años, más aún  considerando que ya existían desde los tiempos de la Grecia clásica o anteriores; de hecho el ser humano, de una u otra forma, siempre ha cubierto esa necesidad fisiológica de forma más o menos satisfactoria y un tanto más recoleta y recatada en la misma medida en que los tiempos han ido avanzando.


Nada que ver tienen, por supuesto, las bimilenarias letrinas romanas en las que apretaban varios a la vez, con los actuales inodoros de diseño y sus incorporados artilugios que te lavan y secan las pudendas partes en un pis pas.
¡ Al carajo las empresas de papel higiénico ¡


Tampoco son desdeñables los avances logrados en los últimos años, dado que a finales del siglo pasado era frecuente encontrar W.Cs. en muchos bares, en los que procedía hacer el asunto en cuclillas, que más parecía que fueras a esquiar que a la otra cosa, teniendo por papel higiénico -en el mejor de los casos- unos recortes de periódico mal colgados en la pared, en ocasiones lejos del alcance de la mano, que te obligaba a dar un par de pasos de pingüino por el reducido habitáculo con los pantalones bajados.


Mucho tampoco se han esforzado los actuales ingenieros del asunto que sitúan los urinarios a una altura que, si no mides más de 1,80 cm. tendrías que pedir una banqueta para subirte, que no es el caso, o mear de puntillas, con lo incómodo que es eso.


Eso sí, de alguna manera se ha venido disfrazando semánticamente de las más variadas formas  la escatología del acto propiamente dicho.
Así, podemos contabilizar expresiones eufemísticas como las de “ir al baño”, cuando ir al baño supondría ir a bañarse; otras más antiguas y actualmente en desuso eran “ir al servicio”, “ir a la pieza”, “ir al excusado”, y ya mucho más antiguas,  "hacer de vientre", "verter aguas" o la más castiza de “ir a ensuciar”, así como algunas más que han intentado –con más o menos éxito- definir al íntimo acto cuando se trata de participar a los demás tus intenciones en el momento que te viene un “apretón” y tienes que salir pitando hacia el w.c.
Dicho todo esto, me voy a apuntar a la celebración mingitoria de forma habitual, como todos los días,  y llevándome la prensa al váter para leer la noticia completa, ya que el titular me ha dejado en ascuas y quiero ver en qué queda la cosa del "Día mundial del retrete".


lunes, 4 de noviembre de 2019

Prohibido jubilarse




El deterioro cognitivo se acelera con las jubilaciones anticipadas

Unas de las principales causas de jubilar a profesionales antes de tiempo es que se encuentran en perfecta forma física y psíquica y, de repente, no tienen nada que hacer.



He de confesar que me encantan las manifestaciones camufladas de sentencias acerca de temas sobre los que dogmatizan individuos de diferentes raleas, con mayor o menor conocimiento y criterio sobre ellas, especialmente cuando estas proceden de científicos o tienen sesgos estadísticos.

En principio, y atendiendo a la libertad de expresión, cualquier persona puede verter opiniones que luego recogerán algunos medios, dándoles pábulo sin comprobar el más mínimo rigor de las mismas.

Sin ir más lejos, hoy me ha llamado la atención un titular que acredita que aquellas personas, animales o cosas, que accedieren a la jubilación anticipada, cargarían sobre sus hombros, o mejor dicho sobre sus cerebros,  con un importante deterioro cognitivo en su orgánico y diario funcionamiento neuronal.





Pues bien, ante semejante aserto, me veo obligado a corroborar la validez del estudio científico en cuestión.

Yo, jubilado anticipado por la gracia de dios y por la legislación vigente al respecto, he notado en mí un significado deterioro cognitivo respecto a mi situación anterior de trabajador en activo.

En primer lugar, echo mucho de menos el sonido del despertador a las siete de la mañana que activaba mis neuronas y las ponía a funcionar; ahora, después de haber destrozado a martillazos el despertador, me despierto cuando me lo pide el cuerpo y eso me produce una desazón y una ansiedad que me obligan a acudir semanalmente al psiquiatra.





Tampoco es desdeñable la falta de generación de adrenalina, y por ende de estimulación neuronal, en el trayecto al trabajo en hora punta, con los correspondientes atascos y consecuentes retrasos para llegar a mi destino.

Bien es cierto que, en defensa de los señores investigadores, tengo que señalar que la ausencia diaria de problemas con mis jefes, clientes y empleados, me ha generado una zona árida en el cerebro muy difícil de recuperar, salvo intervención quirúrgica ad hoc.

Por otra parte, mi dedicación a asuntos tan variopintos como la familia, la gastronomía, la filatelia, la música, el teatro, la micología, los viajes, los animales de compañía, la lectura, la escritura, las redes sociales, los grupos de amigos, no han conseguido llenar el tremendo vacío que me ha supuesto abandonar el mundo laboral.




Yo no sé, o sí, si el que suscribió el artículo tiene un ápice de empatía, aunque me temo lo peor.

¡Alma de cántaro! ¿Cómo se te va a deteriorar el asunto del magín por dejar de trabajar?

¡ Atontao !

Si notas que se te va la pinza, es que ya venías mal de serie, no por el hecho de jubilarte anticipadamente; yo tenía el asunto neuronal deteriorado cuando trabajaba y ahora, gracias a dios y a no trabajar, lo estoy recuperando poco a poco.

Bendita jubilación, y si es anticipada, todavía más.