viernes, 25 de septiembre de 2020

Balones de hierro fundido

 

Madrid retira los balones de la Liga pintados en bolardos porque los viandantes los chutaban








Aparte de sorprendente, parece reconfortante que recientemente se hayan encontrado indicios de vida en Venus.

Esperemos que la vida por allá sea más inteligente que la del planeta Tierra y podamos aprender algo de los vecinos venusianos, o como se llamen, dado que más burros que nosotros es metafísicamente imposible que puedan ser.







Resulta que el ayuntamiento de Madrid, en un alarde de no sé qué decoración urbana sui generis, se ha puesto a pintar los bolardos de hierro fundido de sus calles simulando balones de fútbol de apariencia real.

Esto no se le ocurre ni al que intentó asar la manteca.

La gente, que no las piensa, ha empezado a meterles patadas con toda su alma y las consecuencias no se han hecho esperar.

Advierte el titular que ya los han retirado aunque no indican el número de pies hechos añicos que se han registrado en urgencias en las últimas horas desde su instalación.







No quiero pensar en los más osados -que siempre los hay- que hubieran intentado rematar de cabeza emulando al recordado Carlos Santillana; esos ya no irían a urgencias, directamente les habrían quedado pegados los sesos al falso balón.

Aunque, bueno, tal y como anda últimamente el personal, también podrían intentar fumárselos confundiéndolos con qué sé yo que cosa.

Esto me recuerda al ya célebre "tobogán de Estepona" al que dediqué la correspondiente crónica en este blog y que se trababa de un artilugio colocado por el ayuntamiento de aquella localidad que tenía todos los boletos para cargarse a los pensionistas del pueblo antes de que se murieran de otra cosa.







No termino de comprender este actual y desmedido afán por cambiar las cosas por el mero hecho de cambiarlas; un bolardo siempre ha sido un bolardo, aquí y en Vladivostok,  y su propia configuración -más bonita o más fea, para gustos- advertía de su presencia y tanto coches como peatones, sabíamos que si te topabas con él, te quedaba la chapa del coche para taller o el pie para sacramentos.

Menos mal que, cometido el pecado, ha llegado inmediatamente la penitencia en forma de rectificación que para algunos, no es de sabios, sino de ineptos y precipitados y, por lo visto, ya han devuelto los bolardos a su estética original mientras los heridos se van recuperando de su imprudencia futbolística.







Porque, en este país en el que todos llevamos un Butragueño dentro ¿quién es el guapo que al ver un balón no le ha metido una patada porque sí?





martes, 22 de septiembre de 2020

La raza española

 Un estudio publicado por «The New York Times» determina que los españoles no son de raza blanca.








No, si ahora va a resultar que los españoles somos como los ángeles de Machín.

Vaya por delante, antes de empezar mi rajada de hoy y por si algún "ofendidito" me quiere tildar de racista, que no lo soy en absoluto y que este blog intenta simplemente hacer humor sobre los titulares de prensa diaria sin otro tipo de aspiraciones, consiguiéndolo incluso en alguna ocasión.

Hecha la necesaria salvedad, he de decir que me siento emocionalmente concernido por el hecho de que un estudio realizado por la raza más cruzada del mundo cuestione e incluso determine, que yo no sea descendiente por línea directa de romanos y celtas, bien blanquitos todos ellos y de lo que, hasta ahora, me encontraba orgulloso.







A ver, habrá de todo, de hecho el Athletic de Bilbao, club de fútbol que históricamente se ha venido distinguiendo por conformar su plantilla exclusivamente con jugadores autóctonos, actualmente alinea en su once titular a un vasco con el RH desleído, más negro que la sotana de un cura, pero nacido en el Botxo.






También pululan por nuestra geografía patria chinitos, que de mandarines no tienen más que el flan de su despensa, nacidos en Arteixo o en Lugo, que curran -eso sí, como chinos- y pagan sus impuestos más religiosamente que algunos blancos de ocho apellidos españoles.

Ahora bien, admitiendo que la raza española es más impura que la ginebra de un after hours y que somos, como popularmente se dice, "mezcla de mil leches", lo cierto es que la mayoría de nosotros lucimos una tez tirando a blanquecina, tanto así que cada verano nos afanamos en tostarnos en las arenas de nuestras playas, echándonos cuantas cremas existen para intentar -sin éxito- conseguir algún parecido con Denzel Washington o Halle Berry, según el sexo de cada quien; olvidándonos de que no solamente es el color lo que nos diferencia, sino las lorzas, michelines, cartucheras o barriga cervecera, lo que nos marca la tremenda distancia con ellos.







Cuán atrás quedan aquellos tiempos en los que se estudiaban en las enciclopedias de la época las razas humanas, que en principio eran tres, pero después ya empezaron a tocar el carajo y las pasaron a cinco, a saber: mongólico o amarillo, americano o rojo, caucásico o blanco, malayo o pardo y etiópico o negro -cámbienme todo esto a lenguaje inclusivo no sexista si hay bemoles- con sus correspondientes ilustraciones a color para que no hubiese lugar a dudas en cuanto a su reconocimiento a primera vista.








Por mucha mezcla que haya habido, que va a ser que sí, me cuesta creer que en tan poco tiempo hayamos transmutado a mongólicos -bueno, en algunos casos es evidente- o mucho menos a etiópicos.

Estoy por llamar a los del New York Times y preguntarles en dónde hicieron el estudio, no vaya a ser que por despiste -como son americanos- se hubiesen metido en el Paseo de Gracia a la hora de la oración, en Badalona, o en algún invernadero de El Ejido, que parece lo más probable; en otro caso no se entiende que a estas alturas de la película nos hayan pintado la cara de repente después de tantos siglos de tener la misma y del mismo color.






lunes, 21 de septiembre de 2020

Sexo oficial en Cataluña

 


Agencia Catalana de Salud recomienda “sexo en espacios abiertos” para evitar coronavirus

También se sugiere priorizar las prácticas sin contacto físico.






Mucho ha evolucionado la sociedad catalana desde que Salomé (Barcelona 1939) le diera el triunfo a España en el festival de Eurovisión hace ya medio siglo y Mary Sampere (Barcelona 1913) nos alegrara con sus excelentes interpretaciones cómicas, mientras Carlos Rexach sacaba córners desde las esquinas del Nou Camp, o Camp Nou (que siempre hay que andar enredando para cambiar las cosas y terminar diciendo lo mismo) y vestía la elástica de la Selección Española cuando tocaba hacerlo al ritmo del mítico "Mediterráneo" de Juan Manuel Serrat.






Ahora, los cantes y la comicidad provienen de intrusos en las respectivas profesiones; si bien es cierto que algunas manifestaciones, sin dejar de ser patéticas, pueden llegar a ser bien divertidas.

Quiero referirme al último descubrimiento al que nos remite el titular de hoy y que nos aconseja sobre la forma de "hacer sexo" en Cataluña.

Para nuestra tranquilidad, tengamos en cuenta que solamente aplica a los residentes y circunstanciales transeúntes por aquellas tierras, o sea, que los vascos, canarios, gallegos y demás, podemos seguir a lo nuestro sin prestar mucha atención a lo que proponen los próceres catalanes.







Yendo a la noticia, resulta que algún miembro histrión de aquella "raza superior" (Torra dixit), ha decidido por su cuenta y riesgo descubrir la pólvora en materia de relaciones carnales; posiblemente para favorecer o compensar las dificultades para ligar que, por su aspecto físico de "raza superior", pudieran tener sus propios mentores.

Pues bien, esta gente ha hecho suyo el célebre "informe Hite", punto de inflexión en el conocimiento sexual que nos ofrecía en los años 70 la recientemente fallecida Shere Hite y que los jóvenes, y no tan jóvenes, que en aquella época lo éramos, devorábamos con fruición por sus eróticos, lascivos e inéditos contenidos.






Desconozco si los "indepes" han leído a Hite o, como suelen hacer con otras personalidades, se inventan que hubiera nacido, por ejemplo, en Santa Coloma de Gramanet (aunque su nombre la delata), pero el asunto es que en esta iluminada recomendación de hoy dirigen a la población catalana hacia el onanismo más radical, eso sí, haciéndolo al aire libre, en público, que es más progresista y transversal.

Ya me estoy yo viendo a los catalanes (y catalanas), pelándosela como los monos (y monas) del zoo por las calles y parques de Barcelona, con el aplauso cómplice de los inventores de este gran descubrimiento para grandeza de la Humanidad, llevando a cabo las instrucciones oficiales de hacer sexo sin contacto físico, salvo que sean parejas convivientes, en cuyo caso podrán tener roce pero, eso sí, sustituyendo el cómodo colchón del dormitorio por la incómoda arena de la playa de La Barceloneta, o detrás de un puesto de flores en Las Ramblas si no son mucho de playa los amantes en cuestión.






No cabe duda que esto se va a poner divertido; habrá que tener dispuestas las grabadoras de los móviles; la cosa promete.

domingo, 13 de septiembre de 2020

Titulares confusos

 

Todos los concejales, salvo él mismo y su número dos, reclaman la dimisión de Jácome.


.


Hay titulares en los que los periodistas no se esmeran en demasía.

En la prensa de hoy podemos ver un claro ejemplo.

Resulta que en el consistorio de la ciudad de Las Burgas, las aguas, además de muy calientes, corren más turbulentas que en la famosa canción de Simon & Garfunkel.





El cuestionado primer edil, está siendo objeto de una operación de acoso y derribo en toda regla.

Desconozco -y he de confesar que me importa un comino- los motivos por los que la oposición quiere enviar al señor alcalde a tomar por donde se empiezan los cestos así como el desenlace final que tendrá el culebrón.

Lo que sí me parece digno de mención es el titular que señala que todos los concejales reclaman su dimisión, pero él no.

Pero a ver, manzanillo, ¿cómo va a ser posible que un político reclame su propia dimisión?

Que no lo haga su número dos, salvo que descienda de Bruto, tiene un pase, pero que el concernido e implicado en su propia caída vote en su contra, sería para escribir en los anales de la historia como paradigma de idiocia.






A lo mejor habría que haberle dado un poco más al magín para publicar un titular menos retorcido y sujeto a mofa, que para eso hemos estudiado periodismo.

Cambiando de país y periódico y pasando de la forma al fondo, tampoco es moco de pavo el suceso que nos traslada la prensa nórdica.

Tanto así, que necesariamente tengo que mencionarla hoy también.


Una turista colabora en la búsqueda por su  propia desaparición en Islandia  







Este tipo de colaboraciones espontáneas con la policía suelen ocurrir, lamentablemente en casos de trágicas consecuencias, siendo protagonista el asesino en su afán por despistar a los investigadores, aunque, por fortuna, no es el caso de la turista.

Cierto es que en los tiempos que corren se producen, en más casos de los deseados, algunas crisis de identidad con mejor o peor solución.

No hay más que otear el panorama político en el que no faltan personajes a quienes se puede aplicar sin duda el dicho popular de "prometo y prometo hasta que meto y, cuando he metido, se me olvida lo prometido".

Viene a colación de aquellos que alcanzan un escaño por haber ido en la lista ganadora de su correspondiente partido y una vez apoltronado en el mismo, le dicen al partido que los llevó hasta allí "si te he visto fue en Toledo".






No obstante, obviando el ejemplo político, no conocía casos tan flagrantes de desdoble de personalidad como el que nos trae el titular de hoy en el que nos hablan de una turista que se puso a buscarse a sí misma, previa su propia desaparición; o sea, para nota.

Quiero pensar que los islandeses, a los que se sumó la propia interfecta, no llevarían en la mano la fotografía de la desaparecida, dado que, en otro caso, habría que encarcelarlos por ineptos.






Ahora bien, si no llevaban la fotografía, ¿cómo sabían a quién tenían que buscar?

Y la desaparecida ¿qué hacía buscándose a sí misma?

Pues, lo dicho, o crisis identitaria o consumo desmedido de sustancias psicotrópicas, que también hay cierta tendencia a hacerlo.






Aunque pudiera ser que quizás la fenómena tenga una empanada del quince, que sería lo menos malo y lo más probable.

Creo que el feliz y esperpéntico desenlace tuvo lugar pasadas 24 horas cuando investigadores y desaparecida, se miraron y llegaron a la conclusión de que estaban juntos y revueltos y ella era ella.

No me quiero imaginar las caras de los protagonistas ante semejante situación.

domingo, 6 de septiembre de 2020

Gracia gallega

 


«La gran cantidad de litio que el agua tiene en Galicia hace que seamos un pueblo muy alegre»









Como ocurre en casi todas las cosas, cabría preguntarse ¿comparados con quién?

Probablemente salvemos la cara ante los bávaros y demás bichería nórdica quienes, exceptuando el desmadre de la fiesta de la cerveza, suelen transmitir una imagen bastante sosa; ahora bien, si nos circunscribimos al suelo ibérico, nos ganan por goleada los andaluces, sin ir más lejos, cuya agua, en vez de litio, debe de llevar Ron Negrita Bacardí.






En la comparativa de alegría no hay más que vernos cantando la "Negra Sombra" o el himno gallego tan alegres y felices y al cambio verlos a ellos arrancarse con una soleá por bulerías con Tomasa "la Macanita" o La Paquera de Jerez, que en paz descanse.







Y ahora que cito la "Negra Sombra" del insigne compositor lucense Juan Montes Capón, se me viene a la cabeza la anécdota de las disputas que antaño tenían lugar en las fiestas patronales de las parroquias de nuestra tierra.






Para los más jóvenes cabe señalar que en las parroquias más humildes, que eran la mayoría, los fastos eran más bien magros.

El festejo, no por pobre menos esperado todo el año, consistía en pasacalles y concierto de una banda de música -de categoría acorde con el presupuesto de la comisión de fiestas- y la correspondiente verbena a cargo del grupo que cumpliera con los mismos imponderables económicos y cuyo repertorio alcanzara a satisfacer los poco exigentes requerimientos musicales del auditorio.







Pues bien, hablando de la banda de música, un clásico del contrato venía implícitamente condicionado por la "retribución en especie" que consistía básicamente en dar de comer y beber -no al hambriento, como propugnan las Obras de Misericordia- sino a los números de la banda en cuestión; ahora bien, nos preguntaremos ¿cómo se definía el menú, cantidad y calidad de esta importante parte del contrato?

Ahí comenzaba el problema; como quiera que los posibles económicos de la época y la recaudación de la comisión de fiestas de pingüe tenía lo justo, la cuestión se solventaba repartiendo a los diferentes músicos entre las casas de los vecinos que estuvieren dispuestos a soportar su manutención en la comida principal del día, como si se tratara de una subasta de esclavos en tiempos pretéritos, de modo que la casa más pudiente del lugar acogía al director de la banda como símbolo del poderío familiar y de la categoría del invitado que, a la sazón, compartiría mesa y mantel con el señor cura, como no podría ser de otro modo; a partir de ahí, el resto de vecinos se peleaba por llevarse al trompetista o al del clarinete, con la indisimulada intención de que, a la sobremesa, les deleitara con unas interpretaciones solistas de sus respectivos instrumentos.







El lío surgía siempre llegado el turno del músico del bombo; nadie lo quería dado que una sobremesa animada por su instrumento, podría empañar la celebración del día y herir la, por otra parte escasa, sensibilidad musical de los anfitriones.

En una ocasión, la comisión de fiestas apoyada por el director de la banda, en su afán por colocar al pobre percusionista en la mesa de alguna casa, se dirigió a uno de los reacios a acogerle con el comentario de "mira si es virtuoso que toca la "Negra Sombra" entera solamente con el bombo".






No alcanzo a imaginar semejante e inédita interpretación, ni el grado de satisfacción de los forzados anfitriones.

Y al final, iba a hablar del estereotipo de la alegría del gallego y se me fue la pinza para otro tema.

Otro día será.