jueves, 17 de febrero de 2022

El Metaverso.

 

Barbanza cotiza al alza en el metaverso y el castro de Baroña ya cuesta 3.500 euros.







Veamos, estoy llegando a un punto en el que no sé muy bien si soy idiota o lo son los demás. 

Me llega hoy el titular de que están a la venta parcelas del Castro de Baroña, trozos de las Islas Cíes, piedras de la Catedral de Santiago y un montón de cosas más, pero de forma virtual. Evidentemente, no está el arzobispo de Santiago subastando los profetas del Pórtico de La Gloria por internet, aunque todo se andará. 






O sea que, si no me equivoco en la posterior lectura de la noticia, y va a ser que no, tú vas y pagas un dinero por creerte que tienes 100 m2 de la Playa de Rodas, y lo único que tienes es una tontería encima que no puedes con ella y un título por internet que acredita que tú, virtualmente posees tal parcela, también virtual, de la virtual Playa de Rodas, de la que virtualmente han troceado en cuantas parcelas les ha dado la real gana.

Para mear y no echar gota.





Tanto el titular, como mi torpe comentario, parecen extraídos de una tertulia en el patio de un frenopático, o del final de una larguísima e intensa noche de copas, pero lamentablemente, son tan reales como irreal es su contenido.







Para aquellos que no estén muy puestos en lo que viene a ser eso del metaverso, les aclararé, dicho sea de forma muy bruta y simple, que es como el universo de toda la vida, pero en internet. Ahí se forma un mejunje de avatares, o sea personajes ficticios, en el que uno de ellos viene a ser tu otro yo, que realiza todo tipo de interacciones con otros avatares y agentes, todo ello  perpetrado y promovido por cuatro listos que te cobran por ello enriqueciéndose a cada minuto, mientras se descojonan de risa por la cantidad de anormales que están entrando a la cucharilla.

Esto ya tuvo su precedente en Second Life, algo muy parecido inventado allá por principios de siglo, si bien ahora resurge con nueva fuerza motivado por las necesidades psiquiátricas de mucha gente y la crisis identitaria y social que padecen que van en continuo aumento.

Aunque visualizarlo no sea fácil, intentaré poner un ejemplo para entendernos: tu otro yo se va de compras por internet, ve un jersey en un escaparate creado por los inventores del asunto y se lo compra, y vas tú y pagas 20 o 30 eurazos -de los de verdad- por ponerle un jersey -de los de mentira- a tu mariquita virtual. Si esto es normal, que venga Dios y lo vea.








Pues lo mismo para todo lo que se te ocurra. Tú sueltas la guita y vas comprando cosas por eses mundos de internet, que no son tuyas, son de tu avatar; pero es que tampoco son cosas reales, simplemente no existen.

Confieso que, al tiempo que estoy escribiendo este artículo, por primera vez me pregunto si no me estaré volviendo majara, pero salgo de mi estupefacción al comprobar la ingente cantidad de dinero que se está manejando en esta locura colectiva y su dimensión mundial, que hasta le hace llegar a cotizar en el Nasdaq de la Bolsa neoyorkina, que no es asunto baladí. La cosa es más seria de lo que pudiera parecer.






Con tanta historia de metaversos y realidades virtuales, al final va a pasar lo que tiene que pasar, que uno ya no va a saber quién es, ni en dónde está ni deja de estar, ni si tiene algo o no tiene nada; aunque estoy pensando que meterse en este lío tiene sus ventajas, puedo apuntarme al gimnasio y después, en vez de ir yo mando a mi avatar a que se machaque allí mientras yo me pongo ciego de cañas y pinchos de los de verdad en el bar de la esquina. El carajo es que quien va a adelgazar es él, y mi bolsillo, claro.

También estoy sopesando si comprar la Torre de Hércules; a ver si la tienen ya a la venta y cuánto me piden por ella. Si no es mucho, la compro; a lo mejor hay otro más anormal todavía que yo, que me la recompre después por más dinero del que yo haya pagado ahora; aunque si no consigo venderla, tal vez pueda alquilársela a algún tarado.





Cierto es que la historia siempre se repite y el conocerla otorga ventajas a la hora de analizar "nuevos" fenómenos. Esto que critico hoy, no deja de ser un déjà vu de entelequias que se habían vendido como reales, cual fue el caso de las acciones de "Terra", la última "burbuja inmobiliaria" y otras tantas euforias especulativas que se han venido sucediendo a lo largo de los tiempos y que continúan y continuarán en tanto existan tontos y listos y unos intermediarios que los pongan en contacto y se lo lleven calentito.

Con toda seguridad, los que sí saben muy bien quienes son y lo que hacen, son los impulsores de estas historias que ven como crecen sus cuentas corrientes "reales" a costa de la imbecilidad extendida por el planeta "real" mientras juguetean con el metaverso que, dicho sea de paso y fíjate tú, rima con perverso.





A mí, esto de la realidad virtual no me termina de convencer. La única realidad que conozco es que todas las mañanas me duele una rodilla por la artrosis, que me han subido el recibo de la luz una barbaridad, que la gasolina está a precio de perfume de Chanel nº 5 y que hoy me cuesta más un jamón que hace unos años el cerdo entero; todo lo demás son pajaradas (virtuales) y tonterías de los tontos.

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domingo, 6 de febrero de 2022

Pesca y porno.

 

Hackean con imágenes porno las jornadas de pesca de Celeiro







Esto de los hackers viene a ser algo así como antaño lo habían sido las cucarachas: en principio no se ven, salen por donde menos te lo esperas y no consigues acabar con ellas. En favor de las cucarachas habría que decir que estas simplemente eran desagradables a la vista, sin más, iban a lo suyo sin molestar y aquí paz y después gloria; en cuanto a los también invisibles hackers, independientemente de que sean rusos -que parece ser que hay muchos-, daneses o de Mondoñedo, el "pequeño" problema radica en que te pueden ventilar los eurillos que tengas en la cuenta del banco -si es que los tienes, claro - porque en principio y que yo sepa, no se ha conocido el caso de que te hackearan la cuenta para llevarse tu hipoteca y continuar pagándola ellos.





Hecha la necesaria introducción, quiero abundar un poco en los diferentes tipos de hackers que habitan en las redes. Aparte de los significadamente delictivos con afán de enriquecimiento ilícito a costa del prójimo, que son legión, hay un tipo que podríamos -siendo generosos- calificar como románticos, es decir, los que joden por joder; ahí nos encontramos a los artistas que irrumpieron con imágenes pornográficas en una exposición de las Jornadas de Pesca de Celeiro, en el momento en que supongo estarían visualizando la actividad pesquera de la merluza y pasando repentinamente a otras más relacionadas con el bacalao, la almeja y otras especies que, a priori, no estaban previstas en el programa.





He de confesar que me hubiera encantado ver las caras atónitas de los asistentes y el estrés del ponente y responsables del acto ante el súbito cambio de especies y pesquerías que se les presentó en la gran pantalla por parte de los hiperactivos, ociosos y siempre imprevisibles hackers durante los minutos que tardaron en recuperarse del shock y resolver el inesperado "accidente" que les mostraba al negro del whatsapp sujetando un congrio, resultando que, fijándose bien, no era exactamente un congrio.