"Si el 23F hubiéramos tenido los medios de comunicación de hoy, aún estaríamos debatiendo si fue un golpe de Estado o tiro al plato".
De la prensa de hoy rescato este titular por su originalidad y, por qué no decirlo, su acierto en el tiro (si bien tiro, en este caso, sea una expresión que no tenga nada que ver con el uso de las armas).
Aunque a algunos les pudiera parecer cuestión baladí, hago esta salvedad porque ayer, sin ir más lejos, recibí un correctivo en facebook -donde también comento algunas cosas- por parte de un ilustre desconocido al haber escrito que "por un queso, mato". Ciertamente, no voy con un revólver por las ferias y plazas de abastos vaciando el cargador a cuanta quesera se me ponga al paso, entre otras cosas porque, probablemente, solamente me podría comer un poco del primer queso después de haber ajusticiado a la paisana; el resto de los quesos ya los comería si tuvieran a bien incluirlos en el menú de la prisión que me hubiera tocado, aunque, si no me viera beneficiado por el acercamiento con que privilegian a algunos reos, tendría que conformarme con unas humildes lonchas de queso de supermercado, en vez de mi oscuro objeto de deseo que era un queso casero de Friol.
Hecha la introducción gastronómica-literaria y mentada la payasada de mi anónimo inquisidor de facebook, en principio quiero que quede claro que prefiero ver por mis calles -o cualquier otra del mundo- más antes coches que tanques, no vaya a ser que alguien me tome la matrícula cambiada, cuestión lamentablemente muy común en esta época.
Yendo ya al tema, me identifico con el autor del titular a tenor de las últimas ocurrencias aparentemente nepotistas del señor que nos gobierna y que sitúa la sedición, golpe de estado y lindezas semejantes, a la altura penal que merecería un par de tortazos en una verbena al grito de "sujétame el cubata que le voy a partir la cara al gilipollas este".
Pues bien, si aplicamos la receta que nos ha prescripto nuestro dilecto doctor y que ya se encuentra a nuestra disposición en los establecimientos judiciales ad hoc, al teniente coronel Tejero Molina habría que haberlo juzgado por disparar a los angelitos que decoran los techos del hemiciclo, simplemente porque no le gustaban sus poses ni la pintura romántica española que tiene uno de sus máximos exponentes en su cúpula; el resto, son desvaríos psiquiátricos sobre los que no hay causa.
Cabe concluir, pues, que la Justicia se ha equivocado de medio a medio a la hora de condenarlo a prisión en castillo, cual Conde de Montecristo, cuando debería de haberlo absuelto, e incluso promocionarlo, para presentarse a las elecciones como candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía, dado que de haber salido con algún escaño, siempre podría haber dado lugar a un pacto, aunque se hubiese adornado con un tricornio en la campaña electoral. El pacto, es el pacto; después, el relato ya se ocuparía de divulgar e intentar hacer ver que no se trata de un tricornio, sino de un cubre cabezas acharolado de forma irregular que algunos trabajadores portan en ciertas ocasiones, casi desconocido y obsoleto en nuestros días de progreso, vino y rosas.
Es una lástima que estas leyes, tan razonablemente pensadas, estudiadas y reflexionadas en poco más de media hora tomándose unas cañas -o eso parece- hayan llegado tan tarde a nuestra sociedad; dado que, con Tejero libre y perpetrando otra, todo hubiera resultado más progresista, plural, transversal e integrador o, cuando menos, mucho más entretenido.
No quiero pensar que estos cambios legislativos, reformas de leyes, decretos y resto de bulerías que se producen con la misma urgencia que la de un apretón un día de copas alejado de un baño, se hagan para favorecer a nadie, como tampoco favorece a nadie estimar que si robas del erario público, pero no robas para ti, no pasa nada, o pasa más bien poco. Tampoco sé si las modificaciones legislativas contemplan la figura de los testaferros, tan antigua como la propia política, para condenar a estos y blanquear a los principales protagonistas que se lo llevarán más crudo todavía que antes.
Habrá que repasar los textos, aunque me temo que a los testaferros los hubieran laminado también, para evitar hipotéticas torticeras interpretaciones de magistrados, supuestamente no alineados con la causa.
Pues nada, cada uno a lo suyo y donde dije digo, digo Diego, y aquí paz y después gloria.
2 comentarios:
Me gustó mucho el artículo, tanto que entiendo que mates por un queso, como yo también haría querido Jose María, pero el "tiro al plato" sería por mi mala puntería cuando alguien me haya querido coger el San Simón.
Felicidades José María, y haces bien en no soltar el queso, no es fácil encontrarlos ricos.
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