miércoles, 5 de marzo de 2025

Avances tecnológicos, pero no tanto.

 

Los viajeros de la conexión Vigo-Ponferrada, obligados a ir en autobús al perder el tren el retrovisor, que estaba sujeto con bridas.





Vamos a ver:

Por los datos que aporta la noticia, el tren en cuestión era un tren de "alta velocidad", y yo me pregunto, ¿para qué coño quiere un tren de alta velocidad llevar retrovisores?, ¿es que le van a adelantar otros trenes que vayan a más velocidad que él? 

A ver, si tú vas a unos doscientos y pico kilómetros por hora, como poco, que no ves ni papa de lo que tienes por delante, ¿te va a adelantar alguien que no sea el "correcaminos"?; además, como vas por una vía, si viene alguien detrás, no tiene por donde adelantar, entonces ¿para qué sirven los retrovisores?, tal vez para ver si te has cargado un rebaño de ovejas que estaban en el lugar y momento inadecuado. En todo caso daría igual, ya que a la velocidad que va el tren ese, si atropellaste a las pobres ovejas en León, cuando mires por el retrovisor no vas a ver nada porque ya estás en Ávila viendo las murallas.

Toda esta tontería, que se me ocurre acerca de la utilidad del retrovisor, pierde importancia cuando abundamos en la noticia y nos advierte de que el manido retrovisor iba "sujeto con bridas".





Ni "Pepe Gotera y Otilio", iconos de los comics del siglo pasado, lo podrían haber mejorado. O sea, que un tren de ALTA VELOCIDAD, en pleno siglo XXI, necesite llevar retrovisores físicos atados con bridas, es de puro cachondeo.

Los retrovisores sujetos con cuerdas, cintas y demás, son parte del acervo cultural de las furgonetas de los "chachos", y hasta les sientan bien, porqué no decirlo; pero son impropios de unas unidades orgullo y bandera del Ministerio de Transportes que nos ampara y dirige (esto último es un decir).




Después vamos de guays, de modernos y presumiendo de tecnología punta por ahí adelante, cuando la única punta es la que se le ha soltado al puñetero retrovisor, que ha propiciado que los pasajeros no hubieran podido continuar el viaje porque el maquinista no podría constatar que se hubiese cargado un rebaño de ovejas a su paso por León (es otro decir).

Pero, en fin, como un despropósito nunca viene solo, este mediodía me he sorprendido con otra payasada parecida, aunque de menor enjundia y trascendencia:  un código QR en una contraetiqueta de una botella de vino Albariño sugiriéndonos que lo abramos para conocer los ingredientes del producto.




A la vista del aviso, resulta que los bodegueros invitan al consumidor a capturar ese código con la única finalidad de que este compruebe el contenido de la botella.

Yo no sé si nos hemos vuelto gilipollas todos o qué pasa aquí. Una botella de vino, contiene vino y punto; una botella de anís, tiene anís, y una botella de aceite, tiene aceite.


Desconozco el motivo de la inclusión del código en la contraetiqueta. Probablemente obedezca a cuestiones políticas por las que parásitos administrativos que no saben lo que es una botella de vino, para intentar hacer ver que hacen algo y justificar su puesto, le dan vueltas a cosas que no tienen sentido alguno y complican la vida a los pobres empresarios y emprendedores del sector.

¿A dónde vamos a llegar con tanta tontería?

Para ir concluyendo y no meterme en nuevos jardines, un tren "modélico" tiene que ir sin retrovisores del "todo a cien", y mucho menos atados con bridas, y una botella de vino no necesita tipo alguno de explicación acerca de que contiene vino y, dicho esto, que los tontos que hacen y promueven esas tonterías, se vayan a sus casas de una puñetera vez y que dejen que reine el sentido común como siempre ha sido así, in saecula saeculorum. Amén.