miércoles, 26 de julio de 2017

Cierre de camas del HULA








LUGO

El cierre de camas del HULA enfrenta a personal y gerencia



No termino yo de entender muy bien este asunto de las camas de los hospitales públicos.Cuando los inauguran, no sé porqué, casualmente siempre en vísperas de elecciones, los políticos de turno presumen del número de camas como identificativo de la magnitud y calidad de lo que están inaugurando.

Al igual que cuando inauguran una carretera se les llena la boca de los kilómetros que han inaugurado, en el caso de los hospitales la cita ineludible es el número de camas de que vamos a disfrutar los mortales que por allí tengamos que pasar; de modo que, cuantas más camas tenga el centro, más mérito se apuntarán los de la foto.









Pues bien, luego va pasando el tiempo y cuando ya nadie se acuerda de la inauguración, viene el tío Paco con las rebajas y se pone a cerrar las camas que antaño había inaugurado y de las había presumido a bombo y platillo.

Hasta aquí, todo "normal", bueno, mejor expresado, "habitual", ya que de normal no tiene nada. El problema se plantea cuando nos ponemos malos y las pocas camas que quedan están ocupadas. ¿Qué hacer?.

Acostarse encima de las baldosas del suelo no parece solución recomendada, especialmente para pacientes en estado delicado. Tampoco va a resultar fácil compartir cama con otro cliente. Podría tener alguna enfermedad incompatible o, simplemente, no estar dispuesto a dormir con el primer desconocido que llegue.

Yo creo que para remediar este desaguisado es preciso poner en práctica algo inspirado en el copago de los medicamentos. Es decir, poner la cama el paciente.

Sí, del mismo modo que antaño se ponía (bueno, se pagaba aparte) para otras actividades más divertidas, en el caso de los hospitales, vamos a llevar la cama nosotros.







La duda me surge en la forma en que se va a administrar todo esto, porque, claro, lo de llevar la cama es una buena solución pero como cada uno es de su padre y de su madre, va a ocurrir que uno va a llevar un dormitorio Luis XV y el compañero de habitación, tal vez, uno de IKEA.

 Y no digamos si aparece un portugués con su dormitorio de madera-madera de media tonelada de peso.

 Aquello va a ser un sindiós. Además, habrá que llevarlo desmontado, ya que alguno no entraría por la puerta.

Ya estoy viendo a los familiares de los pacientes, ya que los pacientes propiamente dichos no estarán para este menester, cargando con los largueros de las camas y las mesillas de noche y subiéndolos a planta a pinrel, ya que en los ascensores tampoco caben.







En fin, quizás lo más práctico sería que las camas, ya que están allí, no las cierren y así nos evitaríamos todo este follón.


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