lunes, 20 de agosto de 2018

Salvado por el megáfono



Un socorrista de la playa de Oza advierte a un bañista por su nombre de pila del riesgo de una zambullida


Que Galicia es única, ya lo sabemos e, incluso, nos lo recuerdan muchas veces los foráneos. 

Entre los diversos estereotipos extendidos sobre los gallegos se encuentra, en lugar destacado, el de ser muy familiares y entrañables.

Pues bien, los turistas que se encontrasen disfrutando hoy de la playa de Oza, ya pueden ir dando fe de nuestra familiaridad por esos mundos de Dios.

Lejos de "Los vigilantes de la playa" que nos mostraba la serie de televisión, con aquellos mozos corriendo a cámara lenta para salvar a la gente, nuestros abnegados y profesionales socorristas, sacan a la gente del agua ¡llamándolos por su nombre! y sin despeinarse o, mejor dicho, sin mojarse, desde su puesto de vigía.





¡ José Luis, no te tires que te nos vas a esnafrar y ahogar y después a ver qué hacemos !

Y va José Luis, y no se tira.

Esto sí que es intimismo, colegueo y valor añadido al socorrismo clásico.

El turista, al uso, podría entender que en Galicia, al llegar a la playa, hay que dar el nombre en el puesto de socorro y que se fijen en tí antes de entrar en la arena, para que, ante cualquier eventualidad, el socorrista te reclame por tu nombre a través de la megafonía.





Con tanta profesionalidad, probablemente también lleven cuenta del tema de las digestiones de los niños y les metan un oportuno bocinazo a aquellos que, sin cumplir las dos horas, intenten meterse en el agua a espaldas de sus mayores.

En cualquier caso este tipo de "socorrismo personalizado a la carta" solamente se podría dar en nuestras playas; no me imagino yo a los socorristas de Torremolinos llamando a todos los miles de bañistas cada cual por su nombre. 





Entre otras cosas, porque tendrían que dominar varios idiomas y repartirse todo el tropel que se amontona en el agua, que son muchos.

Y, por otra parte, imposible aprenderse todos los nombres.

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