lunes, 24 de febrero de 2020

apellidos sin nombre

Casado fulmina a Alonso y recupera a Iturgaiz en Euskadi




El titular me recuerda a los de la prensa deportiva cuando nos informan sobre un presidente que cesa a un entrenador de fútbol, que sería en el caso de Alonso, y en el de Iturgáiz la recuperación de un jugador que le permite alinearlo de nuevo ya que se encontraba en el dique seco por una lesión, acumulación de tarjetas u otros motivos; además, el apellido de este último podría pasar perfectamente por el de un defensa de la Real Sociedad.

De todos modos, lo que el redactor quiere transmitir se entiende perfectamente, Alonso se va al guano e Iturgáiz se apunta a cobrar la nómina de fin de mes del saliente.






No obstante, el tema de los políticos destituidos es un asunto tan trivial como habitual, pasan de la pasarela periodística en la que desfilan diariamente, al olvido más absoluto en cuestión de días. 

¿Alguien se acuerda ahora de los Hernando, Soraya Rodríguez y otros portavoces y portavozas que en el mundo han sido y que han resultado fulminados por sus otrora mentores?

Pero el asunto de la redacción del titular en clave futbolística, me ha alejado la cabeza de la política para llevármela al Deporte Rey y a connotaciones más sociológicas que deportivas que llevan un tiempo preocupándome bastante más que la política y a las que no encuentro sentido.




¿Me puede explicar alguien porqué a los árbitros se les nombra por los apellidos? ¿en dónde pone que esto tenga que ser así? 

Puedo citar un montón de ejemplos y de hecho lo voy a hacer: Andradas Asurmendi, Guruceta Muro, Condón Uriz -sí, Condón- Undiano Mallenco, del Cerro Grande, Mateu Lahoz y así todos; por cierto, todos ellos con apellidos más raros que un cardenal sin gafas, ¿en dónde los buscarán?





¿y sus nombres de pila?, ¿no tienen?

Sus respectivos padres y padrinos se hubieran ahorrado el bautizo, con todo el gasto que eso tiene, de saber que su hijo iba a ser árbitro o notario, y digo lo de notario porque, al igual que con los árbitros, ocurre otro tanto con esta raza huérfana de onomástica; la gente los cita o recuerda por sus apellidos:  Lois Puente, Sánchez Andrade, Gil Carnicer y otros tantos cuyo nombre de pila ignora la mayoría de los mortales, pese a haberse dejado sus dineros en sus notarías por el mero hecho de haberles leído la cartilla después de tener que haberle enseñado el D.N.I. y echar la correspondiente firma.




Entonces, si a otros profesionales y personajes públicos, cual es el caso de periodistas y actores, se les conoce por nombre y apellido, pensemos en Carlos Herrera, Ana Rosa Quintana, Andreu Buenafuente, Manolo Lama, Julia Otero, Antonio Banderas, Lola Herrera y todo el etcétera que queramos, ¿quién ha sido el que mutiló el nombre de árbitros y notarios?





Habrá que empezar a pensar que los apellidos predestinan y condicionan en muchos casos tu futura profesión,  y si al nacer tienes la suerte de apellidarte Espinosa de los Monteros, Alvarez de Toledo, Sáenz de Santamaría o similares, lo más probable es que no vayas a ser albañil ni butanero en tu vida y que cuando crezcas, te conviertas en político, árbitro o notario, eso sí, condenado a no tener nombre y por ende, a no recibir regalos por el día de tu santo y verte abocado a celebrarlo de forma totalmente íntima, quizás onanista, ya que a lo peor tu familia más allegada también te conoce y llama por los apellidos.

Conozco más de un caso, advierto.

2 comentarios:

Silvia Larrosa Pan dijo...

Conozco casos de no notarios ni árbitros que durante toda su vida, incluso sus respectivas cónyuges les han llamado toda su existencia por los apellidos. Según tus deducciones ¿a qué se debe?

José María Ares Sarceda dijo...

En el caso familiar, probablemente para marcar distancias. Yo, a mi señora, a veces le llamo Pérez.