Entra a comprar unas zapatillas y se va con 580 euros de la caja.
Esto no es un atraco ni nada que se le parezca.
Lo hace cualquiera que tenga ganas o necesidad de entrar nuevamente en la trena.
Lo único que tienes que procurar es que el dueño del local que vas a atracar no sea un armario de tres cuerpos y más bruto que tú, ya que en ese caso cabe la posibilidad de que entres con dientes y salgas sin ellos, con lo cual en la cárcel vas a tener que comer por una pajita hasta que te donen unos dientes y, para más inri, sin haber robado nada.
En contraposición con lo anterior, para atraco ingenioso con sobresaliente "cum laude" el que se ha montado un nota de Riveira que, para aquellos que no hayan visto la noticia en la prensa, se la comento yo.
Resulta que el "científico" este pensó que la mejor forma de realizar un atraco rompiendo las lunas de un local, no sería cogiendo una tapa de alcantarilla -con lo que pesa- o un adoquín y lanzarlos contra las cristaleras; estos métodos le debieron de parecer un tanto prosaicos y anticuados por lo que, aprovechando los carnavales optó por disfrazarse de guerrero medieval enfundándose dentro de una armadura, metálica claro, y hacer él mismo de alternativa a la tapa de alcantarilla o adoquín para penetrar en el establecimiento.
La idea, en sí, es una genialidad; que se vayan jubilando los "aluniceros" profesionales con su antiguo modus operandi de estampar los coches de culo contra los escaparates, con el escándalo que hace eso y lo perjudicados que quedan los coches, si bien esto último no tiene importancia ya que siempre son robados.
Con el método "riveirita", que debería de patentarlo ya, tu vas por la calle tan tranquilo con tu disfraz de Conde de Andrade, o Don Quijote -desconozco el modelo de armadura que escogió el bicho- y de repente, sin llamar mucho la atención, te chantas contra la luna de la primera joyería que encuentras, trincas lo que te parezca y sales por donde has entrado completamente indemne y a salvo de cualquier cortadura producida por los cristales que has roto, eso sí, con la misma movilidad que pueda tener un hombre-rana con aletas haciendo 100 metros valla.
Hasta aquí, perfecto; ahora bien, yo creo que en primero de la carrera de delincuencia, se dará alguna asignatura en la que se explique a los futuros cacos que un robo o atraco consta de dos partes elementales, a saber: el propio acto delictivo y la huida posterior del lugar de la comisión del delito sin riesgo de que te detengan.
Esto, en delincuencia política y financiera se lleva a rajatabla y los artistas saben y aplican la lección perfectamente, no hay más que ver la espantá de Puigdemont y su clá a miles de kilómetros del Palacio de la Generalitat inmediatamente después de haber cometido su acto delictivo, y en cuanto a los delitos económicos, los que huyen no son los delincuentes, sino los billetes propiamente dichos, que van a parar a Andorra, Jersey, las Islas Caimán y similares, pero huida, lo que se dice huida, existe en este caso también.
De todos modos nuestro amigo riveirense debió faltar a la clase en que explicaban lo de la huida ya que el día de autos no le dio tiempo siquiera a cruzar la calle, dado el peso de la armadura, y cuando quiso darse cuenta ya tenía a dos coches patrulla y cuatro números de la policía esperándole con las esposas preparadas en la acera de enfrente, aguantándose la risa como buenamente podían.
En todo caso, mis felicitaciones por ese I+D+I regenerador de la delincuencia clásica barbanzana, si bien convendría, por el bien de sus usuarios, perfeccionarlo un poco ya que así, no van a ninguna parte que no sea la Comisaría.
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