El TC confirma que Cantó queda fuera de la lista de Ayuso gracias al voto de calidad del presidente
Pues muy bien. Y a mí, qué coño me importa.
He de confesar que yo, la única lista que tengo presente es la que me da mi señora para ir a hacer la compra y que intento llevar con la mayor diligencia posible, por la cuenta que me trae.
Por contra, las listas electorales me sugieren una suerte de relación de premiados por su fidelidad a unas siglas, en las que se introducen otros, precisamente destacados por su infidelidad a sus anteriores siglas, que vienen prometiendo fidelidad a estas nuevas. O sea, todo un tratado de criterio y coherencia.
Magnífico, y al hilo del titular que hoy me ocupa, ¿quién es Cantó? ¿qué méritos concurren en esta persona, o personaje, para que ocupe a diario titulares de primera plana en prensa nacional y espacios en los telediarios?
Lo pregunto desde mi atalaya periférica que me invita e incita a rebelarme contra la avalancha periodística que intenta poner a Madrid en el centro de nuestras vidas, sin tener en cuenta que a la mayoría de la población española nos importa un carajo lo que allí ocurra (bueno, a algunos parece que sí, aunque no lo consigo entender muy bien).
Vaya por delante que a mí "la Madrid", como villa y centro cultural, siempre me ha encantado y me he sentido allí como en mi casa, pero ello no es óbice para mi hastío acerca de la proliferación de noticias sobre su gobierno.
Volviendo al tema político, en mi humilde entender, creo que se ha llegado a un punto tal de indigencia intelectual entre los que somos de infantería, que de lo único que se trata es de prodigarse en redes sociales para alinearse con tal o cual personaje visible, referencia este de un bloque político y con ello obtener artificial gratificación personal, entre tuit y tuit, sobre algo que, si nos compete, es muy de lejos.
Para mí, Toni Cantó, aparte de ser un señor de no excesivo relumbrón en su profesión de actor, que si bien no la cuestiono, no me consta que sea poseedor de un Goya, es un individuo que políticamente anda saltando de rama en rama intentando -cuestión, por otra parte, comprensible- ocupar un puesto que le garantice comer caliente todos los días del mes.
Hasta ahí lo puedo entender, ya que las cosas del estómago son prioritarias, ahora bien, que la prensa nacional esté dando continuo pábulo a este tipo de noticias, ya no me parece tan asumible.
También puedo entender, porque hoy tengo las entendederas abiertas, que tanto él como sus defensores lo justifiquen como una manifestación de su evolución, su progresión, su desacuerdo, sus inquietudes...; si bien las hemerotecas son lapidarias en este sentido.
El aura de divinidad que le están atribuyendo a una simple lista electoral de rango autonómico, es inaceptable; pareciera que estuvieran tratando de fichar a Tierno Galván, a Adolfo Suárez (quién los resucitara) o a otros emblemáticos políticos de cuando realmente hubo que "batirse el cobre" para sacar adelante el país en las postrimerías de la dictadura, al margen de güevonadas menores con protagonistas de medio pelo, como ahora ocurre.
En estos tiempos, cualquier "piernas", por el mero hecho de hacer cuatro gracietas en el congreso, ante las cámaras o en internet, parece que ya es el sursum corda de la política.
Como a mí no me paga nadie, ni me alineo con nadie, me puedo permitir expresarme con libertad -no sé si también con acierto- y con tal motivo arremeto contra buena parte de los medios informativos, eso sí, sin pretender matar al mensajero, pero mostrando mi total desacuerdo con la magnificación de las noticias, su indisimulado partidismo y la banalización de la política a través de la focalización en las aristas más populistas de los que de ella viven (véase el caso que hoy nos ocupa)
Cierro, para no aburrir, expresando que hoy voy a dormir igual de tranquilo con Cantó dentro de las listas, como fuera de ellas, y que "el efecto Madrid" extrapolable a futuras elecciones, me la trae al pairo; los necios, de uno y otro bando, seguirán siendo igual de necios antes y después de las elecciones madrileñas; aunque ellos mismos quizás no lo sepan.
