martes, 24 de agosto de 2021

Sentencias judiciales "de aquella manera"

Dos hombres fueron condenados a pagar sendas multas de 180 euros por liarse a golpes tras discutir por un cartón de leche en el banco de alimentos.





Reconozco que tengo los mismos conocimientos de Derecho que de Física cuántica, o sea, ninguno, pero no por ello, o sí precisamente por ello, dejan de sorprenderme sentencias judiciales y muy especialmente aquellas que pretenden hacer justicia aplicando una pena económica al reo y en el caso del titular de hoy, el aforismo "dura lex, sed lex" no parece ser de aplicación.

Respecto a las sanciones que afectan al bolsillo, en general, podemos afirmar que a muchos de los sentenciados cuando se las notifican les entra la risa floja, me explico: si tus ingresos anuales sobrepasan los 100.000 euros (que hay muchos más de los que parecen), el hecho de que una sentencia te obligue a pagar 180 euros te obliga a taparte la boca por pudor para que no se te vea reír. Sensu contrario, si eres un pobre marginado como los del caso de hoy, que no tienes en donde caerte muerto y todo tu ajuar se compone básicamente de una manta y un cartón de vino peleón, te da igual que te intenten obligar a pagar 180 euros que tres millones de dólares; en este caso -perdóneseme la expresión- te tiran del pijo la policía, el juez y el palacio de justicia con sus bedeles incluidos.





Hace ya algún tiempo he tenido que asistir, en calidad de testigo de cargo, a un juicio en el que al acusado le sentenciaron a pagar 1.000 euros por haberle propinado un puñetazo al demandante. Al finalizar la vista, como quiera que el acusado era un reconocido empresario que tenía dinero para aburrir, delante de mí y en presencia de la jueza que todavía no se había retirado, comentó en voz alta: si supiera que me iba a costar solamente 1.000 euros, pagaba otros 1.000 y le endiñaba otro puñetazo; la jueza, no sé si por bisoñez o por no liarla más, hizo oídos sordos y mutis por el foro.

La conclusión viene a ser que las sentencias en clave económica en numerosos casos son, paradójicamente, injustas.

En Granada tenemos a un juez de menores, Emilio Calatayud, que es conocido y reconocido por sus sentencias atípicas en cuanto a la singularidad de las penas, claramente ejemplarizantes, reinsertadoras y ponderadas con el delito cometido, que contrastan con la inutilidad de muchas de las monetarias o, incluso, carcelarias que se prodigan diariamente en las salas de nuestro país.





Y todo este potaje judicial rescata de mi memoria un relato que escuché hace años sobre una sentencia en una localidad fronteriza de nuestra vecina Portugal la que, por pretender eludir el aspecto económico, no fue demasiado afortunada en la resolución, en este caso un tanto imaginativa.

Se trataba de un juicio contra un gallego, dueño de un burro que de una coz habría hecho abortar a una bella joven portuguesa. El jurado dictó sentencia en el sentido de que el acusado -el amo del burro- debería de intentar, cuantas veces fuese necesario hasta conseguirlo, volver a dejar a la víctima en el mismo estado de gestación en que se encontraba en el momento del hecho causante del delito, ante lo cual, el marido de la perjudicada, visiblemente contrariado, se dirigió al juez rogando:  " ¿é máis nao haverá outro artigo que foda máis o galego? "




sábado, 14 de agosto de 2021

Cerrado por vacaciones



Centro de Salud cerrado por vacaciones.







Sumado al tradicional éxito veraniego del ya famoso "cierre de camas", que por repetitivo parece una cosa normal pero no lo es en absoluto, ahora le ha salido un serio competidor alejado de los mega hospitales:  el "cerrado por vacaciones" de los centros médicos rurales.

Resulta que nuestro titular de hoy nos informa de que la consulta médica de Negueira de Muñiz, ha colgado el cartel de "cerrado por vacaciones"





O sea que, si te pones malito en verano, qué te den; tienes un montón de meses más en el año para hacerlo y no dar por saco en estas fechas.

A mí esto me suena a disparate mayúsculo, si bien puede existir cierto mimetismo con las entidades bancarias que, desde hace ya unos veranos, cierran temporalmente algunas de sus oficinas en la época estival, enviando a sus clientes a donde les place, sin el menor rubor ni consideración con ellos.

En todo caso, las cuestiones dinerarias y de salud tienen poco que ver entre sí -o tal vez sí- pero atendiendo a prioridades, es notoriamente más importante que puedas encontrar abierto un centro de salud, si vas con la cabeza medio arrancada, que tener la sucursal del banco abierta para ir a preguntar porqué te han cargado el recibo de la luz por un importe como si fuera el del concello Vigo por navidades.





Como el tema del recibo de la luz no te lo va a resolver el banco por más que te empeñes, ni la ministra de turno y cuota con sus recientes y desafortunadas citas jocosas a Putin y a los Reyes Magos como solución, vamos a centrarnos en el SERGAS para el que sugiero, en el caso de los cierres veraniegos que nos ocupa, varias opciones:

En primer lugar, minimizar de forma objetiva la duración del cierre; si el cierre es solamente durante el mes de agosto, hay que considerar que poco menos tarda alguna cita cuando la solicitas; por lo tanto, tu pides cita ahora, te la dan para septiembre y aquí paz y después gloria; literalmente es como si no hubiesen cerrado.

También pueden animar al paciente a frotarse la zona de la dolencia mientras repite, a modo y ritmo de mantra, el consabido "sana, sana, culito de rana, si no sanas hoy, sanarás mañana" y a veces funciona, por aquello de que algunas enfermedades son psicosomáticas y la invocación al batracio puede coadyuvar en la sanación, eso sí, solamente para casos leves.

Por último, en el rural todavía hay un importante sector de la población compuesta por personas de edad avanzada, que debido a ello estadísticamente tienen más achaques que los jóvenes; pues bien, como quiera que este grupo tiene cierto apego por la religión (católica, que ahora todo hay que aclararlo), podrían sugerirles un rezo diario de rosario y un padrenuestro y cuatro avemarías combinados con alguna jaculatoria ad hoc hasta que la enfermedad remita.





Y al final, me ha salido todo este sainete sin pies ni cabeza, porque la administración competente no contrata a los facultativos necesarios para una atención mínima de la población, mientras a nuestros ínclitos políticos se les llena la boca de citas tan retóricas como la de "poner el foco en la España despoblada" que ya les voy diciendo yo que la va a poblar "el Tato" como no mejoren las condiciones sanitarias actuales.

En este sistema que rige en nuestro país cualquier cosa puede ocurrir, y esto me recuerda a los Reinos de Taifas del Califato de Córdoba; en un establecimiento puedes entrar a consumir o divertirte sin más requisito que pagar la consumición y a dos quilómetros tienes que presentar -que no discuto su conveniencia- una serie de credenciales para hacer lo mismo.

"Esto con Franco no pasaba" (frase hecha que desconozco si, por su simple mención, podría ser constitutiva de delito de apología del franquismo; si es así, la retiro, no vaya a ser que me ocurra lo que a algunos escritores y periodistas en la época del dictador, que los metían al trullo por escribir lo que el Régimen no consideraba afín a su doctrina)





Entretanto, el coronavirus, que es un engendro que no entiende de autonomías ni caralladas políticas, sigue descojonándose de risa y divirtiéndose ofreciéndonos variantes diversas para que desaparezcan del mapa unos cuantos miles de españolitos más, la mayoría sin comerlo ni beberlo y, eso sí, con nuestros centros médicos "cerrados por vacaciones" y los responsables "afeitándose p'arriba".