Los buzos se meten en el río Miño para contar los mejillones y estudiar si Lugo tendrá playa fluvial
Hace ya bastantes años me sorprendió una noticia acerca de los mejillones fluviales. En principio, creí que se trataba de una inocentada aunque, por no ser la fecha adecuada, acepté la información como veraz.
Sinceramente no sé qué puede pintar un mejillón en un río, ya que la mayoría de esta raza se encuentra sumergida en el mar, más concretamente en la Ría da Arousa, en la que se crían y descargan más toneladas de estes bichos que de hachis y cocaína, qué ya es decir. El animal, en cuestión, es conocido por el nombre de mytilus galloprovincialis. No es que yo tenga estudios de biología, pero tengo el vicio de leer todo lo que me pasa por delante de los ojos, y ese es el nombre que traen las cajas de conserva en letra pequeña en un lateral.
Volviendo al tema del bivalvo en su versión fluvial, una vez sobrepuesto del shock y asumiendo que en el Padre Miño pueda haber, o haya, una especie de este molusco, vamos a entrar en materia.
En cuanto a su anatomía, el mejillón fluvial, por lo que Dios o la Naturaleza le otorgaron de presencia física, es un auténtico tirillas; tiene menos carne que el tobillo de un gorrión, y de sabor no opino porque no se me dio nunca por hincarle el diente a un individuo de este género, máxime atendiendo a criterios científicos que apuntan a que no es comestible.
Salvado el tema gastronómico en detrimento del mejillón fluvial, vamos al ecológico: Señores ecologistas, biólogos y demás fauna con estudios sobre la materia o competencias políticas al respecto; ¿a Vdes. les parece normal que para preservar una hipotética, supuesta, o incluso contrastada, colonia de cien o doscientos mejillones discapacitados, o con otras capacidades, haya que privar del disfrute de una playa fluvial a casi 100.000 lucenses?
¡Oigan, qué toca a mejillón por cada mil cristianos que quedan sin poder remojar sus partes nobles -y las demás- al frescor del río!
He leído que todo este pifostio viene justificado porque el mejillón colorao se papa al cangrejo americano, o algo así, que es muy malo por ser alóctono -si fuese de aquí no habría problema- y arrasa con todo lo que encuentra a su paso.
Bueno. me llena de orgullo y satisfacción haber colaborado activamente a la extinción del cangrejo americano de nuestros ríos, concretamente el Neira, afluente del Miño, pescándolos y pegándome tremendas zampadas de los que tenían a bien caer en mis reteles, que, aunque hay que reconocer que no son cigalas, con una buena salsa de tomate dan el pego para chuchar un buen rato.
Tal vez la solución, en vez de tanto buceo, tanta observación, tanto protocolo y tanta gaita, consista en dejar que la palmen esos pocos margaritifera margaritifera -o sea margaritifera al cuadrado, que así les llaman los científicos- y promocionen la pesca del cangrejo de río, mientras la población aproveche para aliviar los calores de los cuatro días de verano que tiene Lugo, en las aguas que lo bañan a su paso.
Por si se les olvida y en aras a la aplicación del sentido común, ponderación y coherencia, habrá de tenerse en cuenta en el estudio y recuento anunciado, que el río Miño tiene 340 km de longitud, o sea, exactamente la distancia que separa a Lugo de Valladolid; con lo cual, bien se pueden okupar 200 metros de ribera, que no del lecho, sin que se produzca una catástrofe de consideraciones siderales en el ecosistema; como mucho, los cuatro mejillones que estén por allí bailando, se estresarán un poquito al ver tantos pies en remojo y aquí paz y después gloria.
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2 comentarios:
¿Qué temen, o por quién o quiénes temen? Los subdodichos mejillones al cuadrado o los pinreles de los bañistas?
Puestos a temer, querida Silvia, me temo que es un tema político.
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