viernes, 8 de marzo de 2024

Cerrado por decreto.

 Yolanda Díaz aboga por adelantar la hora de cierre de los restaurantes y considera una "locura" ampliar los horarios.




A mí, en principio, lo que pueda decir Yolanda Díaz me la trae al pairo; no tanto así, cuando la que se pronuncia es la vicepresidencia del Gobierno, por la gracia y necesidad de Pedro Sánchez.

Vamos a ver si alguien me ayuda a entender esto:
 
Primero nos venden todo tipo de horarios para que el comercio y la hostelería puedan atender a diferentes clientes quienes, por sus respectivas circunstancias laborales, puedan disfrutar de los mismos servicios que otros que tengan horarios "mas convencionales", lo cual parece razonable, y ahora me viene la artista esta con que hay que cerrar los restaurantes a la hora que a ella le salga del chichi. 

Hasta donde yo conozco, esto sucede en regímenes totalitarios como Corea, Rusia o China, pero a mí me salen sarpullidos cuando veo que asoma una deriva gubernamental imponiéndome a qué hora tengo que cenar, comer o acostarme, dónde y con quién.





Como ya soy muy mayor, esto me recuerda a las épocas franquistas, tan denostadas por mí como por estos progres de moqueta y medio pelo quienes, tanto o más totalitarios que el difunto caudillo, nos intentan imponer sus criterios de modos de vida a su imagen y semejanza.

Pues a mí, ni me gustaban los del dictador declarado, ni me gustan los de estos dictadores disfrazados; si acaso, todavía menos los actuales, porque del "otro" ya sabías lo que había, pero los actuales, te lo intentan "vender" como progresismo, y esto no es progresismo, es una mierda pinchada en un palo.





Ya sé que mis queridos y amigos lectores polarizados le buscarán la derivada de que el mensaje iba dirigido a los exigentes horarios de la hostelería y la esclavitud de sus empleados, pero, queridos amigos, para eso ya están los sindicatos, cuyos representantes más mediáticos -uno, el que no oye y otro, el tonto de los fulares- de comer gambas y homenajes gastronómicos, están más que reconocidos. Supongo que estos defensores del asalariado dominarán el sector, porque de no ser así, deberían de dimitir mañana mismo por su incompetencia en la defensa de los trabajadores de la hostelería, por otra parte, una de las principales fuentes de ocupación de nuestro país.




Quiero poner de relieve que, hace 50 años, más o menos antes de que la señora ministra hubiera hecho su Primera Comunión (si la hizo, cuestión que ni me importa ni conozco), y con Franco todavía vivo, ya existían establecimientos de restauración abiertos 24 horas a los que yo acudí, con todas las de la ley; entonces, señora ministra de conveniencia coyuntural, el problema es suyo, de su gabinete y de su cartera ministerial, por no ser capaz de establecer las correspondientes instrucciones, consignas, inspecciones y sanciones, que impidan que se vulneren las leyes y derechos laborales, pero no recurra a cerrar establecimientos a la hora que a usted le venga en gana a modo de pírrica solución a sus problemas, o de actuación para la galería y palmeros, que todavía es peor.




Desconozco, también, porqué un restaurante tiene que cerrar a la una, mientras miles de establecimientos conocidos como "afters", abren cuando y como les da la real gana, con licencias de tablaos flamencos cuando lo más parecido al flamenco que han visto en su vida ha sido un esquimal, además siendo centros bien identificados y denunciados por consumo de drogas y altercados de todo tipo. Ahí, miramos para otro lado, derivamos la responsabilidad a los gobiernos municipales, o autonómicos (que tal bailan) y todos contentos.

Váyanse al carajo de una vez con sus farsas y populismos y dejen que la gente sea feliz sin sus ocurrencias, y controlen lo que realmente hay que controlar, aunque eso no aporte votos, que parece que es lo único que les importa.

sábado, 2 de marzo de 2024

El recibo de la luz es gallego.

 

 Así será la factura de la luz de marzo tras la subida del IVA al 21%


 
El recibo de la luz sube pese a bajar, es decir, no sabes muy bien si sube o baja; o lo que es peor, sí lo sabes:  te dicen que baja, pero sube.

Esto casi nos conduce a buscar una explicación en la física cuántica para este asunto, cual podría ser "el gato de Schrödinger", experimento que postulaba que un gato podría estar vivo y muerto al mismo tiempo.





El paralelismo con el ejemplo es adecuado y pertinente:  el recibo baja y sube simultáneamente.

El juego de palabras y la cita a Schrödinger suenan a chiste, pero no resulta muy gracioso que te anuncien que va a bajar el precio de la electricidad y que, al final, habiendo consumido lo mismo te cobren más.

Las empresas productoras y suministradoras, al alimón con el Gobierno y sus subidas y bajadas del IVA a su criterio, se despachan con una justificación que está muy bien, pero solamente para su autocomplacencia y engorde de sus arcas.

Transcribo tal cual el razonamiento oficial que ha sido motivo de mi cabreo y presente artículo:

Febrero empezó con el precio del megavatio/hora superando los 80 euros, pero en los últimos días la media no llega a los seis. La razón de esta brusca caída está en las borrascas: más lluvia y más viento implican más energía de fuentes renovables, más barata. Si el mes acaba así, la media no llegará a los 45 euros, el límite puesto por el Gobierno para rebajar el IVA y combatir los altos precios. La luz volvería así a gravarse con un impuesto del 21%. El recibo, por tanto, subirá.

Y digo yo, no sería más sencillo aplicar una fórmula de "tanto consumes, tanto pagas", sin recurrir a cuestiones algebraicas, montadas no sé en favor de quién, pero alejadas sin duda de los consumidores, en las que no te enteras ni por lo que te pegan el sablazo, porque puede ser consumo estimado o real; si el consumo lo realizas en horas punta o valle, si la compañía es tal o cual, si tienes tarifa plana, si eres "vulnerable", o si el presidente de la compañía de turno o el ministro o ministros responsables, han dormido bien esa noche.

Al final, lo único que me importa, y a millones de españolitos también, es que vamos a tener que pagar más por la luz, por si ya no estuviese a precios de percebes del Roncudo.





Esto me remite al término acuñado de "letra pequeña" de los contratos y la sentencia de un juez, con las ideas bastante claras, que estimó la demanda de un cliente ante una todopoderosa entidad bancaria, amparándose en que "la letra pequeña, era demasiado pequeña para poder leerla" (sic.)

Y no digamos ya para interpretarla.




Sería pues deseable, que alguna organización de consumidores, o algún particular con tiempo y mala leche, denunciara a las compañías eléctricas, incluso al gobierno, por la incapacidad del ciudadano "normal" de interpretar el recibo de la luz y sus vaivenes, incluida la derivada algebraica de la aplicación de diferentes tipos de IVA motivada por tal o cual variación de precios. 

Otro tanto pasa con los pobres asalariados a quienes se les promete a bombo y platillo subida de sus sueldos y cuando van a cobrar se encuentran con que han cobrado menos que el mes anterior y, además, llegado el momento de la Declaración de la Renta, les da la risa al ver lo que les sale a pagar.





A mí, todas estas cuestiones me suenan a ejercicios de prestidigitación, pero sin magia ni gracia. O sea, el gobernante de turno hace bueno el antiguo chascarrillo de "Prometo y prometo hasta que meto, y cuando he metido, me olvido de lo prometido".

Pues, nada; que nos sigan prometiendo bajadas en la energía, subidas de sueldo y viajes a Disneylandia para apañar votos de incautos, captar militantes y obtener complacencia social, mientras seguiremos cobrando menos y pagando más, aplaudiendo a los gobiernos de coalición progresista, como se dan en llamar, que eso mola mazo y nos reímos todos de sus ocurrencias. Eso sí, como pasa siempre, unos nos reímos más que otros.




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