Así será la factura de la luz de marzo tras la subida del IVA al 21%
El recibo de la luz sube pese a bajar, es decir, no sabes muy bien si sube o baja; o lo que es peor, sí lo sabes: te dicen que baja, pero sube.
Esto casi nos conduce a buscar una explicación en la física cuántica para este asunto, cual podría ser "el gato de Schrödinger", experimento que postulaba que un gato podría estar vivo y muerto al mismo tiempo.
El paralelismo con el ejemplo es adecuado y pertinente: el recibo baja y sube simultáneamente.
El juego de palabras y la cita a Schrödinger suenan a chiste, pero no resulta muy gracioso que te anuncien que va a bajar el precio de la electricidad y que, al final, habiendo consumido lo mismo te cobren más.
Las empresas productoras y suministradoras, al alimón con el Gobierno y sus subidas y bajadas del IVA a su criterio, se despachan con una justificación que está muy bien, pero solamente para su autocomplacencia y engorde de sus arcas.
Transcribo tal cual el razonamiento oficial que ha sido motivo de mi cabreo y presente artículo:
Febrero empezó con el precio del megavatio/hora superando los 80 euros, pero en los últimos días la media no llega a los seis. La razón de esta brusca caída está en las borrascas: más lluvia y más viento implican más energía de fuentes renovables, más barata. Si el mes acaba así, la media no llegará a los 45 euros, el límite puesto por el Gobierno para rebajar el IVA y combatir los altos precios. La luz volvería así a gravarse con un impuesto del 21%. El recibo, por tanto, subirá.
Y digo yo, no sería más sencillo aplicar una fórmula de "tanto consumes, tanto pagas", sin recurrir a cuestiones algebraicas, montadas no sé en favor de quién, pero alejadas sin duda de los consumidores, en las que no te enteras ni por lo que te pegan el sablazo, porque puede ser consumo estimado o real; si el consumo lo realizas en horas punta o valle, si la compañía es tal o cual, si tienes tarifa plana, si eres "vulnerable", o si el presidente de la compañía de turno o el ministro o ministros responsables, han dormido bien esa noche.
Al final, lo único que me importa, y a millones de españolitos también, es que vamos a tener que pagar más por la luz, por si ya no estuviese a precios de percebes del Roncudo.
Esto me remite al término acuñado de "letra pequeña" de los contratos y la sentencia de un juez, con las ideas bastante claras, que estimó la demanda de un cliente ante una todopoderosa entidad bancaria, amparándose en que "la letra pequeña, era demasiado pequeña para poder leerla" (sic.)
Y no digamos ya para interpretarla.
Sería pues deseable, que alguna organización de consumidores, o algún particular con tiempo y mala leche, denunciara a las compañías eléctricas, incluso al gobierno, por la incapacidad del ciudadano "normal" de interpretar el recibo de la luz y sus vaivenes, incluida la derivada algebraica de la aplicación de diferentes tipos de IVA motivada por tal o cual variación de precios.
Otro tanto pasa con los pobres asalariados a quienes se les promete a bombo y platillo subida de sus sueldos y cuando van a cobrar se encuentran con que han cobrado menos que el mes anterior y, además, llegado el momento de la Declaración de la Renta, les da la risa al ver lo que les sale a pagar.
A mí, todas estas cuestiones me suenan a ejercicios de prestidigitación, pero sin magia ni gracia. O sea, el gobernante de turno hace bueno el antiguo chascarrillo de "Prometo y prometo hasta que meto, y cuando he metido, me olvido de lo prometido".
Pues, nada; que nos sigan prometiendo bajadas en la energía, subidas de sueldo y viajes a Disneylandia para apañar votos de incautos, captar militantes y obtener complacencia social, mientras seguiremos cobrando menos y pagando más, aplaudiendo a los gobiernos de coalición progresista, como se dan en llamar, que eso mola mazo y nos reímos todos de sus ocurrencias. Eso sí, como pasa siempre, unos nos reímos más que otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario