lunes, 12 de marzo de 2018

Amigos de lo ajeno.



 

Roban una columna en una iglesia medieval de Outeiro de Rei

La desaparición se produjo en Bravos



Esto de mangar en iglesias es un clásico, pero ¿qué hacen los santos fuera de sus naturales peanas?, pues muy sencillo, los separan de sus congéneres y de sus lúgubres ambientes, para aislarlos en las mansiones de algunos individuos que van más sobrados de dineros que de ética y cultura, para presumir mostrándoselos a otros ricos que tienen sus mismas carencias, y allí se quedan postrados, agilipollados, fuera de su hábitat natural por los siglos de los siglos, o hasta que la policía tenga a bien intervenir.







A este tipo de personajes, cuando les hablas de pintura, lo primero que se les viene a la cabeza es el gotelé y el Titanlux, pero con tal de atesorar objetos, que por otra parte no entienden, ya dan por cumplida su cuota de ego y aprovechan para justificar el pastizal que han pagado por ellos y ser los más guays de su pandilla de analfabetos funcionales.






No hay más que recordar el célebre caso del delincuente de la jet-set marbellí que no sabía distinguir entre el salón y el cuarto de baño a la hora de colgar lienzos de altísimo valor en su domicilio y, de esta guisa, tenía a todo un Miró delante de su cara mientras jiñaba.

Nunca habría pensado Joan Miró pintar para semejante cenutrio.

¡ Qué desastre !

En el repertorio doméstico de expolios célebres, ocupa lugar destacado el Pórtico de la Gloria. En ningún caso Abraham e Isaac, se iban a imaginar dar el salto del Antiguo Testamento a la catedral compostelana, y de allí, a un domicilio privado; el Maestro Mateo estará revolviéndose en su tumba al enterarse por la prensa del patético trajín a que se ve sometida su obra.






Pero, alejándonos de casos que son tan mediáticos como obscenos, tenemos en nuestro país otro tipo de delicuencia eclesiástica de baja intensidad:  los robos en iglesias de Regional Preferente por parte de cacos bisoños y amateurs.

Aquí, el botín suele ser exiguo y más prosaico; más allá de vaciar el cepillo de la iglesia, cada vez más desangelado, se tiran a todo lo que se mueve; bueno, en este caso más bien a lo que no se mueve, y su botín con frecuencia no alcanza suficiente valor para traficar con él en los circuitos habituales de compra-venta de arte robado, por lo que se destina a usos domésticos, es decir, cierres de fincas, piedras para reformar galpones y otras finezas de similar jaez bien alejadas de cualquier consideración artística y de valor histórico.

En el caso del titular de hoy, los enajenadores tienen su mérito, pues el peso de la columna bien pudiera haber requerido el concurso de siete legionarios para transportarla, y qué decir de los vecinos observando el desfile de la comitiva con la columna a cuestas, salvo que se lo hubieran llevado en un carro de bueyes o un tractor, que sería lo más adecuado, aunque también "daría el cante" entre los escasos habitantes de la parroquia.






Me pregunto para qué coño querrán estos tipos una columna.

Además, si era una columna, digo yo que estaría sujetando algo susceptible de caerse.

¿Dejarían el templo apuntalado o, la próxima misa de doce habrá que celebrarla en el campo de la feria?



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