martes, 25 de agosto de 2020

Al rescate de turistas

 

Rescatan a dos turistas que hacían paddle surf en Toralla


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Manolete, Manolete, si no sabes torear pá qué te metes.






Me da igual que seas madrileño, egabrense o padre comboniano, y que tengas 45 años, 27 o 58; tampoco el sexo y confesión religiosa tiene nada que ver con el comentario que voy a hacer hoy sobre el titular que acabo de leer.

Este asunto de "los madrileños" es un clásico de todos los veranos en nuestras costas y siempre forma caldo de cultivo para nuevas anécdotas.
 
¿Qué verano recordamos sin más de un vehículo semi sumergido tras haber aparcado en la rampa de un muelle por no tener puñetera idea de que el mar tiene mareas que suben y bajan igual que la bolsa o las encuestas del CIS y haciendo caso omiso de las señalizaciones ad hoc?






Tú, cuando llegas a Galicia, lo menos que debes hacer es echar una ojeada a ver cómo va el asunto, y lo que no puedes pensar es que los terrícolas de aquí somos gilipollas y dejamos las rampas de los muelles expeditas para que aparques tan ricamente tu coche, eso sí, con el freno de mano puesto si no, ya no hay que esperar a la pleamar para que pase a formar parte del paisaje submarino del puerto y vivienda para los muxos, mújeles que dirías tú.

La clave de la cuestión consiste en recurrir al refranero popular con tanta frecuencia como fuere necesario, y en este caso como en tantos otros, lo es:   "donde fueres haz lo que vieres"

Este despiste -o ir de sobrao, no sabemos- es aplicable a los excesos de confianza o ignorancia en las diversas actividades acuáticas que proliferan en estas aguas.

Se ha sabido de una pareja que ha salido en patineta y todavía los andan buscando; otros se arrogan perfiles más deportivos y modernos y practican "paddle surf", que por cierto, suena mejor el nombre que la actividad propiamente dicha, pero queda muy cool volver al curro y comentar con los colegas que has estado haciendo "paddle surf" en "Las Islas Cíes".







Mira, émulo de Neptuno, el mar es el mar y no distingue si vas en traje de neopreno de última generación haciendo el ganso, o en humilde traje de aguas ; tampoco le importa gran cosa si vas a pegar dos paletadas mal dadas sobre una tabla, o si estás pescando unos chinchos en una tarrafa como trabajador del sector; el mar tiene sus corrientes, sus olas, sus "cositas" y de romántico, según donde estés, tiene lo justo, salvo que seas un buen conocedor y aun así, no siempre cuela.






O sea que, querido turista, si no eres muy avezado en asuntos marítimos, después de bañarte -eso sí, en donde no cubra y veas a mucha gente haciéndolo allí- pégate una buena mariscada y después, en vez de subirte a la tabla esa, métele una partida de tute en la mesa plegable con el termo de café y unas gotas al lado o un digestivo, según tus preferencias; podrían ir las cartas al carajo por el viento, o el contrincante matarte tu tres con el as y cantar las cuarenta en bastos, pero no van a tener que venir los socorristas a rescatarte de la partida ni vas a dar por saco a nadie para que gasten gasoil en la zodiac o, peor todavía, queroseno para el helicóptero si la cosa se llega a poner muy fea.





Y eso, con suerte, si es que llegan a tiempo.

jueves, 20 de agosto de 2020

La Gran Vía de Vigo

 

Vigo empieza a montar las luces de Navidad en agosto




En esta deriva paranoica en la que, sin comerlo ni beberlo, nos encontramos inmersos, me llama la atención alguna actuación perpetrada en esta época modernista, postmodernista, o lo que sea, de todo punto anacrónica.

En alguna ocasión he comentado sobre el disparate que suponía ver en los lineales de las grandes superficies y supermercados, montañas de turrones en el mes de septiembre a modo de preludio de la navidad; de tal modo que tú venías en chanclas de la playa, entrabas a comprarte unas birras para combatir el calor y te las habían cambiado de sitio porque su lugar habitual estaba ocupado por unas cajas de polvorones de  Estepa, que pueden estar muy buenos en su momento, no lo discuto, pero con los calores estivales como que apetece meterle algo más  fresquito que esa masa de harina que se pega por todo el paladar y te impide pronunciar con claridad y la boca llena la palabra "Pamplona", que tampoco sé muy bien para qué tienes que pronunciarla cuando estás comiéndote un polvorón, pero es un clásico.



Pero bueno, como ya es moneda corriente, después de una burrada siempre viene otra que supera a la anterior.

En este caso me estoy refiriendo a las prisas que le han entrado al regidor olívico por montar las luces de navidad en el mes de agosto.

Vamos a ver, alma de cántaro, si todavía no sabemos si nos vamos ir al carajo en el próximo trimestre todos juntos o por separado, a causa del coronavirus ese, o por el meteorito que va a caer, o porque un día se le crucen los cables a los señores Trump, Kim Jong, Putin, o cualquier hijo de Putin; vas tú y te pones a montar más de un millón de luces de navidad ¡en agosto!

Si no tuviera consecuencias penales y/o económicas, cogería una escopeta de balines y me las iría cargando a medida que las fueran poniendo, hasta que cayeran en la cuenta que las cosas hay que hacerlas cuando toca.



Y ahora lo que toca es terminar el verano "con sentidiño", intentando poner puertas al campo -si es posible, que va a ser que no- en lo que se ha convertido esta plaga egipcia, y aplazar el asunto de las lucecitas de colores para fechas un poco más próximas a las celebraciones de finales de año, si es que va a haber algo que celebrar para aquel entonces.

Tampoco se trata de demorarlo tanto como había ocurrido en el Concello de Lugo que, a mediados del mes de diciembre todavía estaban discutiendo sobre la instalación, coste y disposición del alumbrado navideño y entretanto, el personal encendiendo mecheros por la calle para darle algo de ambientillo nocturno al asunto y los comerciantes intentando apañárselas de aquella manera para que la iluminación de las calles de sus establecimientos se realzaran un poco, si bien todo ello tarde, mal, arrastro y por cuenta propia.

Dirían desde el consistorio, "es que el presupuesto no da más de sí"; ya, pero es que Lugo tampoco es Manhattan a efectos de iluminarlo; al final son cuatro lucecitas para las calles principales del centro y luego, los periféricos si tal, que vayan encendiendo velitas o lo que Dios les dé a entender, para paliar las diferencias de trato por ser desdichados ciudadanos de segunda.

Bueno, que se me va la olla para Lugo y hoy estamos hablando de Vigo; el mensaje para los señores mandatarios sureños es que, salvo que pretendan que las luces se vean en Marte -en cuyo caso, haciendo cálculos sobre la velocidad de la luz, tal vez habría que encenderlas ahora mismo o dentro de diez minutos para que las vean los marcianos en diciembre- las luces pueden esperar un poquito más y en su lugar centrarse en otros temas de actualidad.




Y, como tema candente y de actualidad, no puedo dejar sin comentar la actuación talibán sobre la Gran Vía de esa ciudad, ya que de Vigo tocó hablar hoy.

Yo de Vigo conozco al Celta, la Citröen, la playa de Samil, cuatro amigos y la Gran Vía, que siempre me pareció una de las señas de identidad de ese precioso rincón de nuestra tierra.




Pues bien, resulta que "alguien" con poderes legales -y supongo que sobrenaturales y paranormales también- ha decidido sustituir los árboles que ocupaban la parte central del boulevard por cemento y hierros.




No me cabe la menor duda que tendría fundamentos, razonamientos y criterio bastante como para acometer semejante tropelía; en todo caso, me gustaría leer o escuchar alguna opinión que me aclare que no se trata de una arbitrariedad fruto de la hipotética ineptitud de los responsables del desaguisado.

Por las fotografías, parece que precisamente la estética no ha sido el leitmotiv de la ejecución, salvo que el sentido de la estética proceda de algunas obras expuestas en la Bienal de Pontevedra, en cuyo caso no me considero capacitado para enjuiciarlas y de la que hablaremos en otro momento.





De todos modos, si tanto molestaban los árboles, bien podrían haberlos sustituído por berzas, que son menos aparatosas y, además desde tiempos inmemoriales, vienen sirviendo de sustento a humanos y marranos que en el mundo hemos sido.



miércoles, 12 de agosto de 2020

Okupas de taller

 

Isidoro, el asturiano al que le han okupado su taller mecánico: "Llegamos y estaban reparando coches"







Para entrar en materia, resumo la noticia en dos líneas.

El propietario del taller mecánico ovetense se va a su casa el viernes por la tarde después del trabajo y llega el lunes y se encuentra el taller abierto con nuevos empleados - ¡y jefes! - que le preguntan qué desea.

Desconozco cuál tiene que ser el nivel de tolerancia para intentar justificar esto; en cualquier caso, quisiera ver la cara del "tolerante de salón" si le hubiese ocurrido esto a él.

No cabe duda que cuando se cuestiona la ilegalidad de una okupación o, peor todavía, se editan guías y proponen métodos desde estamentos tan importantes como la alcaldía de una ciudad ciertamente importante, el resultado no puede ser otro.

Barra libre para todos y para todo.

En este tipo de situaciones, la hoja de ruta está meridianamente clara:  tú no tienes nada, probablemente porque no has hecho nada por tenerlo; entonces, como víctima que te sientes, escoges algo que te apetezca, te metes dentro y cuando llega el propietario llamas a la policía para que acuda porque se están conculcando tus derechos como okupa; la policía viene y detiene al propietario y te da los buenos días dejándote allí, a salvo del ofendido dueño legítimo y preguntándote a qué viene tanto enfado si todo tiene que ser de todos, según ha dicho alguien que tiene de todo pero no reparte con nadie.

Esto de la okupación pinta bastante bien, han empezado por edificios ruinosos, para subir un peldaño y pasar a pisos abandonados; como quiera que no pasaba nada, dan el salto a pisos habitados y, últimamente, chalets de categoría han sido objeto de los últimos movimientos habitacionales de libre albedrío.








Por esperpéntico que parezca, nada que ver con la última moda que nos desvela el titular de hoy:  la okupación de negocios.

Deberíamos de estar prevenidos, pues el día menos pensado, nos presentamos en nuestro Centro de Salud para consulta con nuestro médico, y nos atiende un tipo que, sin saber muy bien porqué, le atraía el asunto ese de la medicina y aprovechó para meterse en el consultorio con su consorte de enfermera -que hay que colocar a los próximos- siendo lo más patético del asunto que, entre los dos, no llegaron a completar EGB; o sea, que si vas con una pierna rota, igual te recetan pastillas para la tos.







Pero no pasa nada.

De todos modos y como todas las cosas tienen su parte buena, al ritmo que vamos, las okupaciones van a extrapolarse a estamentos y organismos oficiales y, más temprano que tarde, llegaremos un buen día a ver por la televisión el Congreso lleno de caras nuevas sin que hubiera habido elecciones previas, y a la policía en la puerta de la Carrera de San Jerónimo, impidiendo la entrada de los que, hasta entonces, eran los titulares de los sillones, reclamando su propiedad, suponiéndoles la misma legitimidad que la de las propiedades okupadas e ignorando que no los tienen en propiedad, sino que en este caso son de alquiler, esperemos que efímero.

Y los leones, partiéndose el culo de la risa.




martes, 11 de agosto de 2020

Robando petroglifos

 


Insólito robo en As Neves de dos petroglifos de una tonelada.








Por más que lo pienso no termino de asimilar bien la noticia. 

¿Cómo se pueden mangar dos pedazos de piedra de una tonelada de peso sin que nadie te vea?

Está claro que debajo del brazo no te los vas a llevar. 

Tampoco te los puedes agenciar por el método del descuido, o sea, está un paisano con las vacas al lado de los petroglifos y uno le pregunta la hora para distraerlo, mientras el otro manga los pedrolos; no cuela.





Y con llevar un cincel para cortarlos y una bolsa del Gadis para meterlos, tampoco te vas a apañar.

Ahí vas a tener que llevar unos cuantos canteros de O Porriño y unas buenas grúas de ADIF, como las que movieron los vagones para tirarlos al río hace unos días en Valdeorras, con lo cual. montas un pifostio que se enteran hasta en Portugal y te detienen antes de que termines de levantar el asunto.

Te saldría más a cuenta mangar un dolmen, que ese no lo tienes que arrancar y lo puedes desmontar y montar como si fuera un mueble del IKEA; además, viene sin tornillos ni llaves raras.





Para matar la curiosidad, tendremos que esperar a que detengan a los ladrones, digo "los" porque uno solo me temo que no pueda cargar una tonelada de peso por mucho gimnasio que visite y muy cachas que esté, para conocer los motivos del robo y el modus operandi en este caso.

Por otra parte, si los has robado para uso propio, no acabo de encontrarle la utilidad.

Si es decorativa, un pedrolo de una tonelada de peso en el salón de casa te va a obligar a sacar el tresillo, la televisión, a tu suegra y al perro para el pasillo, con lo cual perderías comodidad a cambio de ganarte, eso sí, la admiración de las visitas por tener un petroglifo en tu casa.

No es descartable que algún nuevo rico, con los mismos conocimientos sobre petroglifos que yo sobre física cuántica, hubiera arramplado con todo y dentro de unas semanas pasen a formar parte del cierre de su casoplón.






Si por otra parte, el objeto hubiera sido la venta, andar ofreciendo por los semáforos o lugares de trapicheo semejantes piedras, probablemente tendría difícil disimulo y te echarían el guante más antes que después.

Lo dicho, esperaremos la detención de los autores, si lo consiguen, a ver si nos aclaran todo este lío.

domingo, 9 de agosto de 2020

Vagones al río Sil

 

El ADIF se deshace de dos vagones de un tren descarrilado en Valdeorras tirándolos al río Sil





He de confesar que lo primero que he comprobado al ver lo esperpéntico del titular, fue si los habían tirado con los pasajeros dentro.

Afortunadamente, o no había pasajeros, o los habían evacuado, o se escaparon antes de que los vagones empezaran a rodar por la ribera abajo al ver que daban la orden de hacerlo.

Cierto es, lamentablemente, que los cauces de los ríos, menos de peces, están plagados de residuos de todo tipo; neumáticos, inodoros, incluso, análogamente, vírgenes pétreas como la que ha aparecido recientemente en el Sar, formando todo ello parte de la flora y fauna fluvial autóctona y genuina de estos lares.




Lo que ya no me consta es la existencia subacuática de vagones de trenes y, mucho menos, que estén allí motu proprio, bueno lo que se dice motu proprio de ellos, no, que los vagones no piensan, sino a causa de sus responsables que, visto lo visto, tampoco piensan o si lo hacen, lo hacen de forma inadecuada y, a todas luces, desafortunada.

Probablemente a Groucho Marx, para dejar la vía expedita, se le hubiera ocurrido la misma idea que a ADIF, echarlos a rodar ladera abajo, entre otras cosas porque ladera arriba es mucho más complicado.





En eso sí que han estado inteligentes los ingenieros que pilotaron el affaire.

Volviendo a los Hermanos Marx, me imagino la escena en blanco y negro, evidentemente, empujando los vagones hacia el río mientras Harpo haría sonar su inseparable bocina cada vez que uno tocaba el agua para celebrar el éxito.



En este caso, creo que la no-celebración, porque realmente no es para celebrar, corrió a cargo de los vecinos de la comarca que comprobaban con estupor la decisión tomada y los daños ecológicos ocasionados al tiempo que se echaban las manos a la cabeza.

En principio, ya se les jorobó el baño en el río cuando más se necesitaba y, en cuanto a los peces, hay rumores de que se están mudando para otro río más tranquilo.




Eso sí, la vía quedó libre y preparada para un nuevo descarrilamiento -Dios quiera que no- después de la consumación de la pírrica solución.