Rescatan a dos turistas que hacían paddle surf en Toralla
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Manolete, Manolete, si no sabes torear pá qué te metes.
Me da igual que seas madrileño, egabrense o padre comboniano, y que tengas 45 años, 27 o 58; tampoco el sexo y confesión religiosa tiene nada que ver con el comentario que voy a hacer hoy sobre el titular que acabo de leer.
Este asunto de "los madrileños" es un clásico de todos los veranos en nuestras costas y siempre forma caldo de cultivo para nuevas anécdotas.
¿Qué verano recordamos sin más de un vehículo semi sumergido tras haber aparcado en la rampa de un muelle por no tener puñetera idea de que el mar tiene mareas que suben y bajan igual que la bolsa o las encuestas del CIS y haciendo caso omiso de las señalizaciones ad hoc?
Tú, cuando llegas a Galicia, lo menos que debes hacer es echar una ojeada a ver cómo va el asunto, y lo que no puedes pensar es que los terrícolas de aquí somos gilipollas y dejamos las rampas de los muelles expeditas para que aparques tan ricamente tu coche, eso sí, con el freno de mano puesto si no, ya no hay que esperar a la pleamar para que pase a formar parte del paisaje submarino del puerto y vivienda para los muxos, mújeles que dirías tú.
La clave de la cuestión consiste en recurrir al refranero popular con tanta frecuencia como fuere necesario, y en este caso como en tantos otros, lo es: "donde fueres haz lo que vieres"
Este despiste -o ir de sobrao, no sabemos- es aplicable a los excesos de confianza o ignorancia en las diversas actividades acuáticas que proliferan en estas aguas.
Se ha sabido de una pareja que ha salido en patineta y todavía los andan buscando; otros se arrogan perfiles más deportivos y modernos y practican "paddle surf", que por cierto, suena mejor el nombre que la actividad propiamente dicha, pero queda muy cool volver al curro y comentar con los colegas que has estado haciendo "paddle surf" en "Las Islas Cíes".
Mira, émulo de Neptuno, el mar es el mar y no distingue si vas en traje de neopreno de última generación haciendo el ganso, o en humilde traje de aguas ; tampoco le importa gran cosa si vas a pegar dos paletadas mal dadas sobre una tabla, o si estás pescando unos chinchos en una tarrafa como trabajador del sector; el mar tiene sus corrientes, sus olas, sus "cositas" y de romántico, según donde estés, tiene lo justo, salvo que seas un buen conocedor y aun así, no siempre cuela.
O sea que, querido turista, si no eres muy avezado en asuntos marítimos, después de bañarte -eso sí, en donde no cubra y veas a mucha gente haciéndolo allí- pégate una buena mariscada y después, en vez de subirte a la tabla esa, métele una partida de tute en la mesa plegable con el termo de café y unas gotas al lado o un digestivo, según tus preferencias; podrían ir las cartas al carajo por el viento, o el contrincante matarte tu tres con el as y cantar las cuarenta en bastos, pero no van a tener que venir los socorristas a rescatarte de la partida ni vas a dar por saco a nadie para que gasten gasoil en la zodiac o, peor todavía, queroseno para el helicóptero si la cosa se llega a poner muy fea.
Y eso, con suerte, si es que llegan a tiempo.