Vigo empieza a montar las luces de Navidad en agosto
En esta deriva paranoica en la que, sin comerlo ni beberlo, nos encontramos inmersos, me llama la atención alguna actuación perpetrada en esta época modernista, postmodernista, o lo que sea, de todo punto anacrónica.
En alguna ocasión he comentado sobre el disparate que suponía ver en los lineales de las grandes superficies y supermercados, montañas de turrones en el mes de septiembre a modo de preludio de la navidad; de tal modo que tú venías en chanclas de la playa, entrabas a comprarte unas birras para combatir el calor y te las habían cambiado de sitio porque su lugar habitual estaba ocupado por unas cajas de polvorones de Estepa, que pueden estar muy buenos en su momento, no lo discuto, pero con los calores estivales como que apetece meterle algo más fresquito que esa masa de harina que se pega por todo el paladar y te impide pronunciar con claridad y la boca llena la palabra "Pamplona", que tampoco sé muy bien para qué tienes que pronunciarla cuando estás comiéndote un polvorón, pero es un clásico.
Pero bueno, como ya es moneda corriente, después de una burrada siempre viene otra que supera a la anterior.
En este caso me estoy refiriendo a las prisas que le han entrado al regidor olívico por montar las luces de navidad en el mes de agosto.
Vamos a ver, alma de cántaro, si todavía no sabemos si nos vamos ir al carajo en el próximo trimestre todos juntos o por separado, a causa del coronavirus ese, o por el meteorito que va a caer, o porque un día se le crucen los cables a los señores Trump, Kim Jong, Putin, o cualquier hijo de Putin; vas tú y te pones a montar más de un millón de luces de navidad ¡en agosto!
Si no tuviera consecuencias penales y/o económicas, cogería una escopeta de balines y me las iría cargando a medida que las fueran poniendo, hasta que cayeran en la cuenta que las cosas hay que hacerlas cuando toca.
Y ahora lo que toca es terminar el verano "con sentidiño", intentando poner puertas al campo -si es posible, que va a ser que no- en lo que se ha convertido esta plaga egipcia, y aplazar el asunto de las lucecitas de colores para fechas un poco más próximas a las celebraciones de finales de año, si es que va a haber algo que celebrar para aquel entonces.
Tampoco se trata de demorarlo tanto como había ocurrido en el Concello de Lugo que, a mediados del mes de diciembre todavía estaban discutiendo sobre la instalación, coste y disposición del alumbrado navideño y entretanto, el personal encendiendo mecheros por la calle para darle algo de ambientillo nocturno al asunto y los comerciantes intentando apañárselas de aquella manera para que la iluminación de las calles de sus establecimientos se realzaran un poco, si bien todo ello tarde, mal, arrastro y por cuenta propia.
Dirían desde el consistorio, "es que el presupuesto no da más de sí"; ya, pero es que Lugo tampoco es Manhattan a efectos de iluminarlo; al final son cuatro lucecitas para las calles principales del centro y luego, los periféricos si tal, que vayan encendiendo velitas o lo que Dios les dé a entender, para paliar las diferencias de trato por ser desdichados ciudadanos de segunda.
Bueno, que se me va la olla para Lugo y hoy estamos hablando de Vigo; el mensaje para los señores mandatarios sureños es que, salvo que pretendan que las luces se vean en Marte -en cuyo caso, haciendo cálculos sobre la velocidad de la luz, tal vez habría que encenderlas ahora mismo o dentro de diez minutos para que las vean los marcianos en diciembre- las luces pueden esperar un poquito más y en su lugar centrarse en otros temas de actualidad.
Y, como tema candente y de actualidad, no puedo dejar sin comentar la actuación talibán sobre la Gran Vía de esa ciudad, ya que de Vigo tocó hablar hoy.
Yo de Vigo conozco al Celta, la Citröen, la playa de Samil, cuatro amigos y la Gran Vía, que siempre me pareció una de las señas de identidad de ese precioso rincón de nuestra tierra.
Pues bien, resulta que "alguien" con poderes legales -y supongo que sobrenaturales y paranormales también- ha decidido sustituir los árboles que ocupaban la parte central del boulevard por cemento y hierros.
No me cabe la menor duda que tendría fundamentos, razonamientos y criterio bastante como para acometer semejante tropelía; en todo caso, me gustaría leer o escuchar alguna opinión que me aclare que no se trata de una arbitrariedad fruto de la hipotética ineptitud de los responsables del desaguisado.
Por las fotografías, parece que precisamente la estética no ha sido el leitmotiv de la ejecución, salvo que el sentido de la estética proceda de algunas obras expuestas en la Bienal de Pontevedra, en cuyo caso no me considero capacitado para enjuiciarlas y de la que hablaremos en otro momento.
De todos modos, si tanto molestaban los árboles, bien podrían haberlos sustituído por berzas, que son menos aparatosas y, además desde tiempos inmemoriales, vienen sirviendo de sustento a humanos y marranos que en el mundo hemos sido.
3 comentarios:
Venga ya, seguimos masacrado a la NATURALEZA.
Lo de las lucecitas mejor no meneallo.
Pues yo opino que si hay que "meneallo", lo de este caudillo cesarista es denigrante, en el año en wue estamos, wue el gobierno "confisca" los ahorros de los concellos, este mini emperador va a gastar un millon de euros rn culto a su persona y los vigueses se orinan de satisfacción.
Tengo un trabajo hecho sobre las mentiras de Caballero, son parte de las mentiras, tengo todo documentado. Es bochornoso. Tiene atontados a los vigueses, será porque se encuentran cómodos, la ciudad din ninguna oferta cultural
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