La cadena de hoteles Hilton elimina el servicio de limpieza diaria de las habitaciones.
Los tiempos, afortunadamente, han cambiado y aquellas lúgubres pensiones cuasidecimonónicas, o sin cuasi, han dejado paso a modernos, confortables e higiénicos hoteles de mayor o menor rango, en principio, sin cucarachas a la vista.
Y a todo esto, yo tenía para mí que la cadena de hoteles Hilton era todo un referente de lujo y calidad en el mundo hotelero; hasta hoy.
Resulta que la noticia nos ilustra sobre la novedad de que, salvo que lo solicites (menos mal que queda este recurso), allí no limpia ni el Tato; o sea, que tú vas para cinco días y al quinto día tienes la habitación como la sala de estar de un piso de estudiantes un domingo por la mañana, aunque te hayas empeñado en barrer con esmero y meter el polvo debajo de la alfombra.
No quiero pensar en cómo estarán los baños sin limpiar después de unas cuantas duchas y los correspondientes pipís y popós de una pareja durante varios días ejerciendo como tal; habrá que redifinir esas estancias como letrinas o retretes y con cada cambio de huéspedes aplicar unos litros de salfumán con una sulfatadora.
Ahora, cuando nos alojemos en un hotel Hilton, habremos de tener cuidado de meter en el equipaje un kit de limpieza, con sus correspondientes escobas, fregonas y demás útiles, lo bastante completo como para dejar la habitación mejor de lo que la encontramos y no nos tachen de guarros, así como unas cuántas toallas, almohadones y sábanas, por si nos apetece dormir fresquitos y limpitos sin tener que pagar sobrecargos que, me imagino, finalmente será el leit motiv de semejante despropósito.
A este paso, cualquier día tendremos que llevar también el colchón o, ya puestos, la cama entera.
Vivir para ver.
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