Yo no sé muy bien hasta donde vamos a llegar con estas modas de cambiarle los sabores y presentaciones a las cosas. De un tiempo a esta parte, sin ir más lejos, los tradicionales gin-tonic que, en vaso de tubo, se componían sencillamente de ginebra, tónica, hielo y media rodajita de limón, ahora se asemejan más a un bol de ensalada que a otra cosa, asomando por la copa de boca ancha pepinos, frutas, verduras y flores que vas removiendo como si de un caldo se tratase e incluso, en algún caso, comiéndotelos junto a los cuatro cacahuetes que te ponen al lado.
Hasta han llegado a cambiar el color de alguna de las ginebras más cool que, al menor despiste, puedes confundirlas fácilmente con el masaje Varón Dandy y pasártelas por la cara en vez de bebértelas, que es lo que en rigor procedería.
Al mismo tren innovador se ha sumado últimamente nuestra tradicional cerveza que, hasta la fecha, siempre había venido sabiendo a cerveza, al igual que la fruta siempre supo a fruta hasta que se inventaron las cámaras frigoríficas, así como lo otro también sabía a lo otro hasta que se inventaron los geles y los bidés, como reza el chiste popular.
Estos iluminados innovadores comenzaron con la creación de la cerveza sin alcohol - de la que me confieso devoto, aunque reconozco que al paladar viene a ser algo así como a la música tocar una guitarra sin cuerdas - para continuar con una diversidad de cervezas con sabores a cosas tan peregrinas como los percebes o pimientos de padrón, que suponemos, "unhas pican e outras non".
Lo que ya terminó por fundirme los plomos fue el titular que leo hoy y que nos descubre que en la Gran Vía de Madrid, en vez de fumar "maría", te la puedes beber a saco y además con sabor a cerveza y hecha por unos paisanos de Narón.
Desafortunadamente hace tiempo que no me paseo por la Gran Vía madrileña, pero me puedo imaginar al personal saliendo de la cervecería en cuestión. con las pupilas como búhos, alumbrando la acera y descojonados de la risa, después de haberse metido tres o cuatro garimbas de cannabis entre pecho y espalda.
Pues bien, visto lo anterior y mejorando lo presente, espero y confío que no empiecen a hacer majaderías similares con el vino y que el dia menos pensado nos sorprendan con un Rioja con sabor a Fanta Naranja y entonces ya nos suicidemos todos como única alternativa a tanta tontería.
1 comentario:
Jajajajaja. Bárbaro, como siempre!! Yo, un día, ante un gin "de los de ahora", pregunté al camarero porqué me había servido una macedonia.
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