El Tribunal de la UE anula la marca riojana "Ana de Altún por su parecido con "Anna de Codorníu".
Nada más lejos de mi intención que meterme con el estamento judicial, entre otras cosas, porque no vaya a ser que, al final, el procesado sea yo.
No obstante, sigue habiendo sentencias por esos mundos de dios que me dañan la vista, hasta el punto de no poder evitar escribir unas líneas sobre ellas.
En este caso desconozco la marca de agua mineral que han servido en la sala de vistas del Tribunal Europeo en la que se juzgaba el parecido entre esas dos marcas. Digo lo del agua por encontrarle alguna explicación al veredicto.
Pudiera atribuirse el desvarío al estado del aire acondicionado, o a que Sus Señorías hubiesen dormido mal la noche anterior; también cabría la remota posibilidad de que el alto tribunal hubiera catado con cierta fruición ambos productos para intentar evidenciar las diferencias y, por la falta de costumbre en catas, botellones y similares en el papel de protagonistas, perdieran los papeles y las togas.
Lo cierto es que "Ana del Altún", a la sazón la marca de vino de Rioja demandada, se parece tanto a "Anna de Codorníu", marca de cava, como Pau Gasol a Armando Manzanero.
¿Qué tendrá que ver el culo con las témporas?. Si acaso, la querellante podría ser Ana "la del atún", si es que existiera esa pescadera en algún sitio; ya que la sentencia se basa, curiosamente, en el parecido "fonético".
Aunque bien pensado, puede que no le falte razón al tribunal ya que se trata del Tribunal Europeo, con lo cual, por la diferencia idiomática es muy probable que le suene parecido, o incluso igual, a los magistrados, si estos son alemanes, belgas, daneses o vaya usted a saber de qué origen y lengua vernácula.
Muy hábiles los demandantes, por haber llegado con la querella hasta un tribunal que confunde fonéticamente, bombines con bombones y cojines con cojones.
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