martes, 28 de noviembre de 2017

Peatones se tiran a los coches



Un peatón invadió la calzada de la N-540 y acabó impactando contra un coche


Una vez más hay que hablar de sucesos "impactantes".

No por la trascendencia, sino porque hay impacto puro y duro.

Choque, vamos.

Hay dichos ciertos como "los pájaros se tiran a las escopetas", o "las sillas se suben a las mesas".

Bueno, pues esto es lo mismo.

O sea, va un peatón, digamos a 3 o 5 Km. por hora, transitando por una carretera y viene un vehículo, supongamos que a 60 Km/hora, o más, y resulta que el peatón impacta contra el coche.





Esto es un desafío a la más elementales leyes de la Física.

Se levanta Einstein y la palma otra vez.

Cuando el humano intentase echarse sobre el automóvil este ya estaría en el siguiente pueblo con su conductor tomándose una caña.

Y el cliente, con los dientes clavados en la carretera.

Viene a ser como si cuando un meteorito cae sobre la Tierra, dijéramos que la Tierra impactó contra un meteorito.

El mundo al revés.

Aunque el titular podría ser cierto.

Para ello tendría que cumplirse únicamente el requisito de que el coche estuviese parado en medio de la N-540, cosa improbable dado el tráfico que registra, y el viandante en cuestión hubiese embestido contra él.

Con, o sin intención.

Eso no lo aclara el redactor en su titular.

domingo, 19 de noviembre de 2017

Langosta sobreviviendo


A la langosta de A Guarda le gusta que no luzca el sol


¡ Hombre, y a los murciélagos !

Y a los sevillanos en el mes de Agosto.

Aunque les diferencien unos pequeños matices.

El murciélago, si luce el sol, se cuelga en su correspondiente techo boca abajo -que no sé yo por qué no se le sube, o baja mejor dicho, la sangre a la cabeza y la palma- y a esperar que oscurezca de nuevo. Tampoco entiendo muy bien lo de la colgadura, con los ardores de estómago que tiene que dar eso y además, hacerse pis en esa postura puede tener consecuencias muy desagradables para el propio bicho debido a la ley de Newton; pero, allá ellos.





Lo de los sevillanos y su heliofobia, si se le puede llamar así, ya está bastante más justificado. A nadie en su sano juicio, que no sea una lagartija, le puede gustar que luzca el sol cuando el termómetro se pasa por el arco del triunfo los cuarenta grados Celsius, día sí, día también.






A diferencia de los anteriores casos, en los que los sujetos pasivos están implicados en el asunto solar sin comerlo ni beberlo; la langosta está completamente involucrada.

Si luce el sol, la ven; y si la ven, la capturan y se la papan, previa inmersión en agua exageradamente caliente bastante molesta para el sumergido, en este caso, la sufrida langosta.






También le pueden dar otra opción de pasar a mejor vida, que no desmerece la anterior: atizándole un par de machetazos en vivo, modalidad esta que debe doler un montón a quien los recibe.




Para evitar todas estas tonterías que le afectan seriamente a su salud, en los días soleados, le sugiero a la langosta guardesa que se arranque las antenas, se agencie unas alas negras, se ponga boca abajo y se haga pasar por murciélago, a ver si cuela y en vez de a ella, le arrean al pulpo más cercano que pase por allí despistado y así va librando.




miércoles, 15 de noviembre de 2017

Glamour en el Hospital










En esta ceremonia de la confusión que se está formando últimamente con algunos titulares de prensa, cabe destacar hoy el titular relacionado con el CHUAC o, para entendernos, antiguo Hospital Juan Canalejo que transmutó su nombre, acertado o no, en una especie de onomatopeya de ánade formado por un acrónimo de complejo origen para los no iniciados en esto de las siglas.






El redactor nos informa en su titular acerca del público que frecuenta el Hospital, con el entusiasta comentario de que sus responsables presumirán del mismo.

Con tal motivo, pregunto, ¿qué tienen los pacientes de este Centro que no tengan los de los otros?; ¿los cojos son menos cojos?, ¿los operados salen de quirófano maquillados y engominados?, ¿los internos se citan a las once con los sanitarios para hacer un flashmob?







Tal vez se refiera como público a quienes van a visitar a los enfermos allí encerrados, en cuyo caso habrá observado el periodista los impecables atuendos de Armani de los caballeros  y los bolsos de Louis Vuitton de las damas; todo un derroche de glamour ocupando el hall y los ascensores que conducen a las diferentes plantas.

Para completar el espectáculo, probablemente haya un botones uniformado en cada ascensor, o unas azafatas ofreciendo Ferrero Rocher a los pacientes en las esperas de consultas externas, aunque a estos últimos, les vendrían mejor que unos Ferrero Rocher, unas buenas empanadas de zamburiñas y xoubas, por aquello de que si la espera se pudiese dilatar, como a veces ocurre.






En cualquier caso, está muy bien eso de presumir de público porque ello podría conducir a desatar una competencia inter centros para ver quien de ellos cuenta con un público más selecto.

A ver si se dan por aludidos los del HULA, CHUO, CHUVI, CHUS, CHOP, (anda que los nombrecitos...), y se anima un poquito más la cosa de pasarse por allí, de por sí, cuestión asaz desagradable para cualquier mortal.

Por cierto,  el desarrollo de la noticia nos aclara que la cita de "público" se refiere a la condición del hospital, no a la de sus visitantes e inquilinos.

"El Sergas contrata por 183.500 euros la fabricación de nuevos rótulos con la inscripción «Hospital Público» para identificar los centros del complejo sanitario".

Aclarado queda, pues.

lunes, 13 de noviembre de 2017

Cabra perdida



Denuncian en la comisaría de Viveiro la desaparición de una cabra


Existen tres tipos de cabras, a saber:

Las más conocidas como tales, que son esos animalillos, primos de las ovejas, pero con cuernos y que gustan de andar por sitios escarpados; lo cual es una estupidez, habiendo caminos y sitios llanos por los que pueden transitar tan tranquilamente.





Con algunas, hasta hacen quesos y todo.

Luego vienen las cabras del mar, que para los que lo desconozcan, son unos pececillos coloraos que andan, bueno, más bien nadan, por las rocas y que saben muy ricos en caldeirada. 




De esto saben mucho los marineros.

Por último está el sucedáneo humano, es decir, el tío o tía que "está como una cabra". Esto, actualmente,  es una pandemia en toda regla. Das una patada y salen siete. 

Y eso, sin valorarte tú, que no sabemos muy bien como estás.

Dicho esto, surge la duda acerca de la especie de cabra cuya desaparición fue denunciada.

Tratándose Viveiro de ciudad marítimo-pesquera, todo apunta a que la opción más probable sea la de la cabra-pez.

Aunque, claro, ¿quién iba a denunciar la desaparición del animalillo?, ¿sus padres? ¿el pescador? ¿el del restaurante?.

No parece que una cabra de estas, merezca el engorro del trámite de una denuncia. La última vez que estuve en Comisaría para presentar una denuncia mucho más grave que ésta, se me quitaron las ganas al ver la cola que había y me marché más cabreado -que viene de cabra-  de lo que había ido, y sin presentarla, claro.






Luego nos queda la de la cabra-persona. En este caso, habría que descartarlo completamente. Si alguien está con una persona que está como una cabra, lo que está deseando, precisamente, es perderla de vista, con lo cual lo último que haría ante su desaparición, sería presentar una denuncia.

Está claro, pues, que nos quedamos con la alternativa de la cabra-caprina.

Aquí ya les digo yo a los de la Policía que tienen la solución inmediata al caso:

Diríjanse al monte más próximo. Está allí.




Búsquenla allí, porque siempre, siempre, la cabra tira al monte.

jueves, 9 de noviembre de 2017

¿Dónde ponemos al muerto?


Vecinos de Silleda crean una plataforma contra la instalación de un velatorio en un bajo


Atrás quedan los tiempos en que se velaba a los parientes en los propios domicilios; incluso en ambientes rurales que constituía todo un acontecimiento social y se aprovechaba para meterle unos buenos copazos de coñac, licor café o aguardiente con galletas, por cuenta y a la salud del difunto; bueno, a la salud en este caso, ya no.

De hecho los velatorios comenzaban con cierto compungimiento por parte de los asistentes y según iba avanzando la noche, copita va, copita viene, terminaban a carcajadas contando chistes y anécdotas sin recato ni respeto al vecino o familiar "de cuerpo presente". 







Venían a ser los "botellones" de la época que, en aquel entonces, estaban marcados, no por los fines de semana sino aleatoriamente, cuando a algún vecino de la parroquia o limítrofes se le olvidaba respirar.

Ahora las cosas han cambiado y los mortales pasan las primeras horas de su nuevo rol social en locales creados "ad hoc" para tal situación, aunque en ocasiones se cuestione su emplazamiento, como evidencia nuestro titular de prensa de hoy, según el cual los vecinos expresan su malestar por la ubicación.

¡Hombre!, lo lógico será que el velatorio se instale en un bajo.

No lo veo yo en un séptimo piso.

Más que nada por el trajín de gente llamando al portero automático y subiendo y bajando a todas horas, con el follón de ataúdes que se puede montar en las escaleras y ascensores.








De todos modos a los vecinos no les falta razón en sus protestas, aunque la instalación sea en un bajo.

Meterle en un edificio de viviendas, tampoco es la mejor de las elecciones.

Los vecinos se exponen a que les estén dando abrazos y el pésame nada más pongan el pie en la calle, especialmente si visten ropa oscura, confundiéndoles con los deudos de los difuntos, y eso no mola nada.








Tampoco debe ser muy agradable que te suba por la chimenea un aroma, cuando menos raro, cada vez que chamusquen a un paisano y que se sumaría al tufillo de los fritos de la vecina de abajo, ya de por sí molesto.

En cualquier caso, lo cierto es que serían unos vecinos poco o nada ruidosos, cuestión esta a valorar muy positivamente a la hora de alquilar un bajo o un piso encima del negocio.

No osbtante creo que me voy a poner del lado de los vecinos y con ruido o sin ruido, que se vayan con los muertos a otra parte.

domingo, 5 de noviembre de 2017

el dedo meñique




Mis meñiques por unos tacones

Podólogos gallegos alertan de los riesgos de amputarse el quinto dedo del pie para lucir zapatos



Esto de los pies femeninos es una historia. 

Yo ya conocía el tema de las chinas a las que ahormaban sus pies para reducir su crecimiento y así, poder calzar un 26 en vez del 37 o 38 que les correspondería en su edad adulta. Tremenda historia.





Notorio es también el deterioro articular que sufren las bailarinas de ballet por mor de su profesión que les obliga a forzar sus pies a posturas imposibles con consecuencias óseas catastróficas de por vida.

Ahora bien, si lo anterior tiene su justificación, las unas por imposición, las otras por devoción, lo que no acierto a comprender es el asunto de cortarse un dedo del pie, a cosa hecha, simplemente para lucir unos zapatos.

Esto es como si yo me cortara un cojón para que me encajase mejor el pantalón vaquero.






Aunque, bien pensado, y en una segunda lectura, lo del dedo meñique tiene su aquel.

Cuando en las zapaterías te probaban zapato a zapato, había dos pruebas determinantes para certificar que el zapato era el adecuado: apretar la punta y apretar el lateral del dedo meñique.

Las más veces, si el fatídico dedo meñique no estuviera allí, el zapato habría pasado la prueba. También, cierto es, que aún pasando la prueba, en más de una ocasión aparece el jodido callo; ¿dónde?: en el dedo meñique. 

Somos muchos los mortales que, tropezando con un mueble, hemos blasfemado en varios idiomas por habernos dado en... ¡ el dedo meñique !







Visto todo esto, casi podemos concluir que los podólogos no tienen ni puñetera idea y, efectivamente, la amputación del dedo meñique debería de ser obligatoria y hacerse de oficio por la Seguridad Social y así, de este modo, las féminas en edad de merecer, podrían encajar sus zapatos en sus piececillos sin ningún problema y andar, lo que se dice andar, podrían llegar a  andar igual con ocho dedos que con diez. 

También andan los hipopótamos y, que yo sepa, tienen cuatro dedos, ¿o no?