Mis meñiques por unos tacones
Podólogos gallegos alertan de los riesgos de amputarse el quinto dedo del pie para lucir zapatos
Esto de los pies femeninos es una historia.
Yo ya conocía el tema de las chinas a las que ahormaban sus pies para reducir su crecimiento y así, poder calzar un 26 en vez del 37 o 38 que les correspondería en su edad adulta. Tremenda historia.
Notorio es también el deterioro articular que sufren las bailarinas de ballet por mor de su profesión que les obliga a forzar sus pies a posturas imposibles con consecuencias óseas catastróficas de por vida.
Ahora bien, si lo anterior tiene su justificación, las unas por imposición, las otras por devoción, lo que no acierto a comprender es el asunto de cortarse un dedo del pie, a cosa hecha, simplemente para lucir unos zapatos.
Esto es como si yo me cortara un cojón para que me encajase mejor el pantalón vaquero.
Aunque, bien pensado, y en una segunda lectura, lo del dedo meñique tiene su aquel.
Cuando en las zapaterías te probaban zapato a zapato, había dos pruebas determinantes para certificar que el zapato era el adecuado: apretar la punta y apretar el lateral del dedo meñique.
Las más veces, si el fatídico dedo meñique no estuviera allí, el zapato habría pasado la prueba. También, cierto es, que aún pasando la prueba, en más de una ocasión aparece el jodido callo; ¿dónde?: en el dedo meñique.
Somos muchos los mortales que, tropezando con un mueble, hemos blasfemado en varios idiomas por habernos dado en... ¡ el dedo meñique !
Visto todo esto, casi podemos concluir que los podólogos no tienen ni puñetera idea y, efectivamente, la amputación del dedo meñique debería de ser obligatoria y hacerse de oficio por la Seguridad Social y así, de este modo, las féminas en edad de merecer, podrían encajar sus zapatos en sus piececillos sin ningún problema y andar, lo que se dice andar, podrían llegar a andar igual con ocho dedos que con diez.
También andan los hipopótamos y, que yo sepa, tienen cuatro dedos, ¿o no?
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