martes, 5 de octubre de 2021

Modernidades hoteleras

 

La cadena de hoteles Hilton elimina el servicio de limpieza diaria de las habitaciones.






A modo de introducción sobre el titular que hoy nos ocupa, en una pensión de la calle del Barco de Madrid, paralela a la Ballesta, de cuyo nombre no es que no quiera acordarme, es que por no tener no tenía ni nombre, allá por los años 60 las cucarachas aprovechando la oscuridad de la noche, procesionaban por la habitación hacia la cocina en busca de sustento mientras los huéspedes dormían como buenamente podían ajenos al sigiloso desfile.





Los tiempos, afortunadamente, han cambiado y aquellas lúgubres pensiones cuasidecimonónicas, o sin cuasi, han dejado paso a modernos, confortables e higiénicos hoteles de mayor o menor rango, en principio, sin cucarachas a la vista.

Y a todo esto, yo tenía para mí que la cadena de hoteles Hilton era todo un referente de lujo y calidad en el mundo hotelero; hasta hoy.

Resulta que la noticia nos ilustra sobre la novedad de que, salvo que lo solicites (menos mal que queda este recurso), allí no limpia ni el Tato; o sea, que tú vas para cinco días y al quinto día tienes la habitación como la sala de estar de un piso de estudiantes un domingo por la mañana, aunque te hayas empeñado en barrer con esmero y meter el polvo debajo de la alfombra.

No quiero pensar en cómo estarán los baños sin limpiar después de unas cuantas duchas y los correspondientes pipís y popós de una pareja durante varios días ejerciendo como tal; habrá que redifinir esas estancias como letrinas o retretes y con cada cambio de huéspedes aplicar unos litros de salfumán con una sulfatadora.





Ahora, cuando nos alojemos en un hotel Hilton, habremos de tener cuidado de meter en el equipaje un kit de limpieza, con sus correspondientes escobas, fregonas y demás útiles, lo bastante completo como para dejar la habitación mejor de lo que la encontramos y no nos tachen de guarros, así como unas cuántas toallas, almohadones y sábanas, por si nos apetece dormir fresquitos y limpitos sin tener que pagar sobrecargos que, me imagino, finalmente será el leit motiv de semejante despropósito.






A este paso, cualquier día tendremos que llevar también el colchón o, ya puestos, la cama entera.

Vivir para ver.

martes, 14 de septiembre de 2021

Postureos

 


El Colegio de Médicos de A Coruña respalda las peticiones de más personal para Atención Primaria.







Me encanta -es ironía- la profusión de manifestaciones por parte de diferentes órganos, estamentos o agentes sociales, a través de sus más lúcidos y locuaces representantes, en orden a hacernos creer que están por la labor de solucionar los problemas de los que, desafortunadamente, somos población "de infantería" o "carne de cañón", como se prefiera denominarnos.

El escandaloso asunto del precio de la "luz", ya nos lo arregló el presidente del gobierno asegurándonos y comprometiéndose -como tantas otras veces hizo- a que pagaremos lo mismo que antes. Tremenda y precisa manifestación que ha dejado tranquila y relajada a la mayoría de la población de nuestro país que, por hacer algo, se consuela con análisis políticos que nos llevan a conclusiones de que todo esto proviene de tiempos pretéritos y, cómo no, a causa del partido de la oposición que se tratase en el momento que el contertulio prefiera para acomodo y justificación de su ideología.




Lamentablemente seguimos instalados confortablemente en el "...y tú más", como principal aporte de desarrollo intelectual a las discusiones políticas, que tan magras soluciones proporciona al desaguisado político-social-económico coyuntural que lamentablemente se está convirtiendo, si no lo ha hecho ya, en estructural.

Entretanto, te vuelves loco poniendo lavadoras de madrugada, calentando el agua para el café en un infiernillo y por supuesto, sin planchar una sola prenda de ropa, aunque esto último se va sobrellevando ya que en las bragas y calzoncillos, como que no se nota mucho si no las vas enseñando por ahí y en el resto del vestuario, volvemos a la moda de "la arruga es bella" de Adolfo Domínguez ya que, por otra parte, el amplio colectivo de estudiantes y emancipados de diferente pelaje o jaez, no se ha distinguido nunca por su devoción por la plancha; por tanto, aquí no pasa nada y que la luz siga subiendo lo que Dios tenga a bien.






Si atendemos a otros juegos florales o fuegos de artificio en boga, nos encontramos con la aseveración de que la subida del salario mínimo es inmediata, como han aireado al alimón y a bombo y platillo nuestro imperturbable presidente y nuestra ínclita ministra y vicepresidenta -quien por cierto, nunca más gorda la vio- aunque últimamente, vicepresidente, o vicepresidenta, o vicepresidento, es cualquiera; si bien aclaran con la boca pequeña, que la "inmediatez" de la subida que propugnan la fían a dentro de unos meses...

Vamos a ver, payasos, inmediatez es cuando te cortan la luz por no haberla pagado, o cuando el banco te devuelve un recibo por falta de saldo; es decir, veinticuatro horas, no meses.

Está claro que la baza que juegan nuestros desafortunados y desacreditados políticos es la amnesia que provoca el paso del tiempo y el atrofiamiento al que nos están sometiendo siguiendo dictados de primero de sociología extraídos del tema "manipulación de masas". Nos quedarían, en último caso, las hemerotecas para intentar ruborizar a todos aquellos que siguen fielmente el certero chascarrillo "prometo y prometo, hasta que la meto; y cuando la he metido, me olvido de lo prometido", quienes en su indisimulado descaro, disfrutan de la complicidad de amigos dermatólogos y cirujanos plásticos que han conseguido conservarles el aspecto porcelánico de sus rostros y sonrisas fingidas, pase lo que pase y digan lo que digan; con lo cual las hemerotecas se las pasan por allí e incluso se atreven a matizarlas o discutirlas.






Por otra parte, los sindicatos, siguen a su rollo de comer gambas y langostinos (lo dice la prensa, no lo digo yo), pero con independencia de su dieta alimenticia, que si es a cargo de su pecunio o con el dinero de sus afiliados no tengo nada que objetar, han conseguido elevar a los altares a los sindicalistas de hace medio siglo; sí, con Franco, que eran tiempos asaz complicados para pegarse -literalmente- en las calles para obtener mejoras sociales en favor de los currantes que en aquel entonces éramos.





Pues dicho todo esto, que viene a colación del titular de hoy cuya obviedad me ha llamado la atención y me ha dado pie a esta parrafada, solamente me resta añadir que los señores representantes del Colegio Médico no se han herniado precisamente apoyando a sus propios colegiados en su precariedad laboral; si no los apoya el Colegio Médico, quién los va a apoyar, ¿el Colegio de Ingenieros de Minas?

Para mear y no echar gota, y seguimos para bingo.

martes, 24 de agosto de 2021

Sentencias judiciales "de aquella manera"

Dos hombres fueron condenados a pagar sendas multas de 180 euros por liarse a golpes tras discutir por un cartón de leche en el banco de alimentos.





Reconozco que tengo los mismos conocimientos de Derecho que de Física cuántica, o sea, ninguno, pero no por ello, o sí precisamente por ello, dejan de sorprenderme sentencias judiciales y muy especialmente aquellas que pretenden hacer justicia aplicando una pena económica al reo y en el caso del titular de hoy, el aforismo "dura lex, sed lex" no parece ser de aplicación.

Respecto a las sanciones que afectan al bolsillo, en general, podemos afirmar que a muchos de los sentenciados cuando se las notifican les entra la risa floja, me explico: si tus ingresos anuales sobrepasan los 100.000 euros (que hay muchos más de los que parecen), el hecho de que una sentencia te obligue a pagar 180 euros te obliga a taparte la boca por pudor para que no se te vea reír. Sensu contrario, si eres un pobre marginado como los del caso de hoy, que no tienes en donde caerte muerto y todo tu ajuar se compone básicamente de una manta y un cartón de vino peleón, te da igual que te intenten obligar a pagar 180 euros que tres millones de dólares; en este caso -perdóneseme la expresión- te tiran del pijo la policía, el juez y el palacio de justicia con sus bedeles incluidos.





Hace ya algún tiempo he tenido que asistir, en calidad de testigo de cargo, a un juicio en el que al acusado le sentenciaron a pagar 1.000 euros por haberle propinado un puñetazo al demandante. Al finalizar la vista, como quiera que el acusado era un reconocido empresario que tenía dinero para aburrir, delante de mí y en presencia de la jueza que todavía no se había retirado, comentó en voz alta: si supiera que me iba a costar solamente 1.000 euros, pagaba otros 1.000 y le endiñaba otro puñetazo; la jueza, no sé si por bisoñez o por no liarla más, hizo oídos sordos y mutis por el foro.

La conclusión viene a ser que las sentencias en clave económica en numerosos casos son, paradójicamente, injustas.

En Granada tenemos a un juez de menores, Emilio Calatayud, que es conocido y reconocido por sus sentencias atípicas en cuanto a la singularidad de las penas, claramente ejemplarizantes, reinsertadoras y ponderadas con el delito cometido, que contrastan con la inutilidad de muchas de las monetarias o, incluso, carcelarias que se prodigan diariamente en las salas de nuestro país.





Y todo este potaje judicial rescata de mi memoria un relato que escuché hace años sobre una sentencia en una localidad fronteriza de nuestra vecina Portugal la que, por pretender eludir el aspecto económico, no fue demasiado afortunada en la resolución, en este caso un tanto imaginativa.

Se trataba de un juicio contra un gallego, dueño de un burro que de una coz habría hecho abortar a una bella joven portuguesa. El jurado dictó sentencia en el sentido de que el acusado -el amo del burro- debería de intentar, cuantas veces fuese necesario hasta conseguirlo, volver a dejar a la víctima en el mismo estado de gestación en que se encontraba en el momento del hecho causante del delito, ante lo cual, el marido de la perjudicada, visiblemente contrariado, se dirigió al juez rogando:  " ¿é máis nao haverá outro artigo que foda máis o galego? "




sábado, 14 de agosto de 2021

Cerrado por vacaciones



Centro de Salud cerrado por vacaciones.







Sumado al tradicional éxito veraniego del ya famoso "cierre de camas", que por repetitivo parece una cosa normal pero no lo es en absoluto, ahora le ha salido un serio competidor alejado de los mega hospitales:  el "cerrado por vacaciones" de los centros médicos rurales.

Resulta que nuestro titular de hoy nos informa de que la consulta médica de Negueira de Muñiz, ha colgado el cartel de "cerrado por vacaciones"





O sea que, si te pones malito en verano, qué te den; tienes un montón de meses más en el año para hacerlo y no dar por saco en estas fechas.

A mí esto me suena a disparate mayúsculo, si bien puede existir cierto mimetismo con las entidades bancarias que, desde hace ya unos veranos, cierran temporalmente algunas de sus oficinas en la época estival, enviando a sus clientes a donde les place, sin el menor rubor ni consideración con ellos.

En todo caso, las cuestiones dinerarias y de salud tienen poco que ver entre sí -o tal vez sí- pero atendiendo a prioridades, es notoriamente más importante que puedas encontrar abierto un centro de salud, si vas con la cabeza medio arrancada, que tener la sucursal del banco abierta para ir a preguntar porqué te han cargado el recibo de la luz por un importe como si fuera el del concello Vigo por navidades.





Como el tema del recibo de la luz no te lo va a resolver el banco por más que te empeñes, ni la ministra de turno y cuota con sus recientes y desafortunadas citas jocosas a Putin y a los Reyes Magos como solución, vamos a centrarnos en el SERGAS para el que sugiero, en el caso de los cierres veraniegos que nos ocupa, varias opciones:

En primer lugar, minimizar de forma objetiva la duración del cierre; si el cierre es solamente durante el mes de agosto, hay que considerar que poco menos tarda alguna cita cuando la solicitas; por lo tanto, tu pides cita ahora, te la dan para septiembre y aquí paz y después gloria; literalmente es como si no hubiesen cerrado.

También pueden animar al paciente a frotarse la zona de la dolencia mientras repite, a modo y ritmo de mantra, el consabido "sana, sana, culito de rana, si no sanas hoy, sanarás mañana" y a veces funciona, por aquello de que algunas enfermedades son psicosomáticas y la invocación al batracio puede coadyuvar en la sanación, eso sí, solamente para casos leves.

Por último, en el rural todavía hay un importante sector de la población compuesta por personas de edad avanzada, que debido a ello estadísticamente tienen más achaques que los jóvenes; pues bien, como quiera que este grupo tiene cierto apego por la religión (católica, que ahora todo hay que aclararlo), podrían sugerirles un rezo diario de rosario y un padrenuestro y cuatro avemarías combinados con alguna jaculatoria ad hoc hasta que la enfermedad remita.





Y al final, me ha salido todo este sainete sin pies ni cabeza, porque la administración competente no contrata a los facultativos necesarios para una atención mínima de la población, mientras a nuestros ínclitos políticos se les llena la boca de citas tan retóricas como la de "poner el foco en la España despoblada" que ya les voy diciendo yo que la va a poblar "el Tato" como no mejoren las condiciones sanitarias actuales.

En este sistema que rige en nuestro país cualquier cosa puede ocurrir, y esto me recuerda a los Reinos de Taifas del Califato de Córdoba; en un establecimiento puedes entrar a consumir o divertirte sin más requisito que pagar la consumición y a dos quilómetros tienes que presentar -que no discuto su conveniencia- una serie de credenciales para hacer lo mismo.

"Esto con Franco no pasaba" (frase hecha que desconozco si, por su simple mención, podría ser constitutiva de delito de apología del franquismo; si es así, la retiro, no vaya a ser que me ocurra lo que a algunos escritores y periodistas en la época del dictador, que los metían al trullo por escribir lo que el Régimen no consideraba afín a su doctrina)





Entretanto, el coronavirus, que es un engendro que no entiende de autonomías ni caralladas políticas, sigue descojonándose de risa y divirtiéndose ofreciéndonos variantes diversas para que desaparezcan del mapa unos cuantos miles de españolitos más, la mayoría sin comerlo ni beberlo y, eso sí, con nuestros centros médicos "cerrados por vacaciones" y los responsables "afeitándose p'arriba".

jueves, 22 de julio de 2021

El menhir de Agolada

 


Catalogan como menhir una piedra de una obra en una finca de Pontevedra.






Con la que está cayendo últimamente a todos los niveles, se me antoja hacer una gran división del ser humano:  los que van drogados (aunque no lo parezca) y los que no.

En principio, tengo la impresión de que los primeros ganan por goleada, no hay más que abrir las hojas de cualquier diario y leer cuatro titulares; ya está liada, y sino, al titular de hoy me remito, más propio de un guiño a Asterix y Obelix que de un hecho real.





Resulta que en la zona de Agolada, a un paisano no le permiten obrar en su finca porque está "arqueológicamente protegida" tras haber sido descubierto un menhir en la misma y catalogado como tal.

Me estoy imaginando a los sesudos arqueólogos del organismo que corresponda, rodeando la preciada piedra y obteniendo un montón de fotografías y conclusiones acerca de su origen y posible edad del yacimiento por descubrir y del menhir que asomaba la cabeza, mudo testigo de antiguas civilizaciones; mientras tanto, el paisano pensando ya en cobrar entradas y poner un leira parking con chiringuito incluído para que los turistas puedan visitar el enclave y dejarse allí unos cuantos eurelios por admirar el megalítico monumento.

No sé si la habrán sometido a la prueba del Carbono 14 para determinar la época en que nuestros antepasados decidieron plantar allí semejante pedrolo; probablemente -aunque no lo hayan dicho- sí que hicieron la prueba pertinente y cuando los isótopos encargados de eso dijeron que, más o menos, la piedra tenía la misma edad que Paquirrín, se pillaron un mosqueo del quince; "a ver cómo explicamos ahora que es una simple y vulgar piedra de obra que alguien ha dejado allí abandonada, sin que se tiren por el suelo de la risa"





" A mí ya me parecía muy pequeña para ser un menhir", dijo uno de los catedráticos más lúcidos; pues la forma, lo cierto es que no le acompañaba mucho", sentenció otro, para intentar en vano sacudirse algo de responsabilidad tras haber confundido las churras con las merinas después de haber superado sendas carreras y licenciaturas, se suponía -hasta hoy- que con cierto aprovechamiento académico.

Lo que no sabemos es si los "descubridores oficiales de menhires" siguen en sus puestos o los han cambiado de función para algo que no tenga mucho que ver con las piedras ya que, a la vista está, esa asignatura se la soplaron cuando estudiaban.

Quiero pensar que, después de los trámites burocráticos correspondientes -que esos nunca faltan- al pobre paisano le devolverán los derechos sobre su finca, y que la piedra, al menos, se la troceen y la aproveche para poner marcos a la finca que tristemente ya no tiene menhir ni nada que se le parezca y ya no va a poder cobrar entradas y forrarse a cuenta del falso menhir que ha vuelto a ser la vulgar piedra que siempre había sido hasta que los arqueólogos tuvieron la ocurrencia de fijarse en ella.