miércoles, 30 de enero de 2019

A cepillarse (los dientes).




Cepillarse los dientes puede ayudar a los hombres a prevenir la disfunción eréctil, según un estudio


 
Sin menoscabo del estudio probablemente, y para que surta el efecto anunciado y deseado, lo que haya que cepillarse no sean, precisamente, los dientes.

Más que nada, por aquello de que "la función hace al órgano", ... y lo desarrolla, apostillaría yo.

No hay más que ver los abdominales de Cristiano Ronaldo, conseguidos a base de ejercitarlos un dia sí y otro también.

Es de suponer que con el resto de órganos ocurrirá otro tanto.







Otra cosa bien distinta es encontrar a la otra parte con ánimo de colaborar en el cepillado, cuestión esta en ocasiones harto complicada.

Yo llevo un mes emocionado con la noticia redoblando cepillados -dentales- y la verdad es que se me han quedado los dientes blancos y relucientes como los negros, pero la otra cosa sigue estando como la de los chinos; o sea, igual que antes de haber leído la noticia y haber empezado a darle al cepillo de forma compulsiva.







Eso sí, la tendinitis ya no hay quien me la quite pese a haberme puesto una muñequera y todo.

Con tal motivo, este tipo de noticias conviene leerlas entre líneas y con prudencia, ya que es probable que, a estas alturas, más de un lector del diario se haya desgarrado las encías de tanto cepillarse en pos del prometido resultado, y para más inri, sin éxito alguno.







Todo esto me invita a pensar que la Universidad de Granada, a la que se atribuye el trabajo, habrá hecho el estudio aprovechando que Nacho Vidal o el negro del whatsapp pasaban por allí, y los pusieron a cepillarse los dientes sin haber reparado antes en lo que traían ya de serie.






Mientras tanto los demás mortales que estén entrados ya en años, a seguir cepillándose -los dientes-  pese a las tendinitis y las encías reventadas, para ver si se confirma la teoría y se obra milagro.

Que va a ser que no.

sábado, 26 de enero de 2019

Todo por la cara





El pago mediante reconocimiento facial llega España con los restaurantes Viena y Rodilla



Hace ya algún tiempo colgué en este blog un artículo acerca del reconocimiento biométrico en China, en aquel caso el titular de prensa nos advertía acerca de la implantación de dispositivos de reconocimiento facial a la entrada de los retretes públicos del país asiático, al objeto de dispensar la cantidad de papel adecuada al escatológico momento.

Me temo que andaban un tanto despistados ya que, con tal motivo, lo que procedería retratar sería el ano, en vez de la cara, salvo que tengas cara de culo.

Parece obvio que tomar las dimensiones del ojete sería más preciso que leer el color de los ojos, a la hora de calcular los centímetros cuadrados de papel que mereces en función del diámetro, o como coño se midan los anos, que yo de eso no entiendo.

Aunque, en honor a la verdad, entrar en un váter público y encontrarte con una serie de personas con los pantalones bajados y enseñando el culo a una pantalla, como que te puedes descojonar de risa e irte ya por las patas antes de pasar el preceptivo reconocimiento anal.

Lo que no acabo de entender es cómo el aparato de marras distingue a un chino de otro, si es que son todos iguales; pero, bueno, vamos al tema que nos ocupa:





Como no podría ser de otro modo, esta innovación tecnológica ha aterrizado ya en nuestro país.

O sea que ya podemos comer "by the face" en algunos restaurantes haciendo gala de esta nueva modalidad de pago, tal y como indica nuestro titular de hoy.

Lo malo de tanta innovación es que si se va la luz, vas a tener que pagar con billetes de toda la vida o quedarte a fregar platos, como los clásicos de los tebeos.






En el hipotético y extraño caso de que lleves suficiente pasta en el bolsillo, tendrás que cuidar el cambio que te den, ya que es muy probable que con tanta modernidad para los pagos y la ausencia de manejo de efectivo, no sepan calcular bien la devolución.

En otras actividades,también podemos comprobar que este sistema tiene predicamento entre las entidades bancarias y al menos una - el BBVA - apuesta por implementar este sistema a la hora de identificar y operar con sus clientes.

Al fin se va a hacer realidad el sueño de muchos clientes:  que te concedan un préstamo "por la cara".







Aquí, la picaresca española va a tener un buen caldo de cultivo; puedes solicitar el préstamo yendo afeitado, y a la hora de devolverlo, haberte dejado barba tipo rabino; el sistema ya no te reconoce y, con las mismas te dirán que no debes nada.

Quizás ya lo hayan previsto, puesto que algunos de la banca, no todos, son gente muy espabilada, y ponerse a jugar con la barba y su afeitado no les cuela; en ese caso habría que reconducir el despiste hacia la cirugía estética, ahí ya te voy diciendo  que va a haber muchas "celebrities", políticas, e incluso alguna reina, que no van a pagar ni un duro por mor de los retoques que se aplican y que provocan que, en ocasiones, se les quede la boca como la de una lamprea, confundiendo así al lector biométrico que no va a ser quien de reconocer si se trata de la jeta original o la de la mona Chita.







El inconveniente de estos sistemas es que en determinadas situaciones, no te reconocen ni para lo bueno, ni para lo malo, de tal modo que, si una noche llegas al portal de  tu casa, equipado este con reconocimiento facial para dejar entrar a los vecinos, y vienes pasado de copas de alguna celebración especial, es probable que el ingenio no te reconozca y tengas que dormir la mona en la acera hasta que se te pase y te deje entrar.







Tampoco sabemos muy bien que pasará cuando se trate de hermanos gemelos o si va a ser capaz también de captar a algunos tipos feos de cojones; mientras tanto, habrá que esperar a ver como va evolucionando el tema y "andar por la antigua".

domingo, 20 de enero de 2019

Qué frío...

Suben las temperaturas en Monforte: esta noche 4,8 grados bajo cero






He de confesar que de un tiempo a esta parte tengo la picha hecha un lío con algunos términos numéricos que no acierto a comprender muy bien.

Sin ir más lejos, en informes económicos se nos está hablando con frecuencia de "crecimiento negativo".

A ver, o creces, o encoges, esto lo sabe hasta el Tato; siendo un poco más técnico, o creces o decreces, ahora bien, "crecimiento negativo" es un eufemismo político-económico que intenta despistar semánticamente la evidencia de su realidad a ver si cuela, o al menos, si no cuela, suavizarla.







Otra lindeza gramatical omnipresente, en este caso perteneciente al campo del management, es la manida frase de "dar el 200%".  Si no hay más que 100, es metafísicamente imposible dar 200; o sea, vamos a quedarnos con "dar el 100%" como expresión de que lo ha dado todo.

Esto te lo aclara muy bien tu Banco cuando te llega un recibo de 110 euros y tienes solamente 100 en tu cuenta; te lo devuelve porque en ese caso tampoco creen en el 110%.

Popularmente se conoce por el dicho "de donde no hay, no se puede sacar".

De alguna manera podríamos asimilar esta tendencia aritmética al recurso literario definido como oxímoron, que esta mañana se me ha venido a la cabeza leyendo el titular sobre Monforte y su controvertida subida de temperatura.








Leer que han pasado la noche a 4.8 grados bajo cero y añadiendo que ha subido la temperatura, pues como que da que pensar, al menos de inicio, aunque en la comarca de Lemos me consta que ya están acostumbrados a interpretar los termómetros y las informaciones meteorológicas que se mueven bajo cero con indeseada frecuencia.

No es raro ver a los patos patinar -¿patinar vendrá de pato?- sobre la capa de hielo de cinco centímetros sobre el río Cabe y sin partirse las patas los patos y las patas (perdón por la paronomasia, pero lo tenía a huevo); y si la cosa gélida se prolonga, aprovechan el río para hacer campeonatos de patinaje artístico.







También es imagen habitual ver a los monfortinos a primera hora de la mañana ataviados como si fueran rusos siberianos, para evitar, si es que se puede evitar, que la helada les perjudique el cutis en estos crudos días de invierno, espantando a los pingüinos que pasean por la calle Cardenal; aunque siempre hay algún despistado que se olvida el pasamontañas y hay que aplicarle un soplete al llegar al trabajo para que empiece a funcionar con normalidad.








Y volviendo al titular, vamos a confiar en que esta "subida de temperatura" no afecte a la curación de los lacones y chorizos que tienen que estar listos, sí o sí, para el carnaval que se nos echa encima.




jueves, 17 de enero de 2019

Entierros "low cost"

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Los velorios «low cost» ganan terreno a la tradición en las ciudades gallegas


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Podríamos ponernos nostálgicos y recordar aquellos velatorios de mediados de siglo pasado que constituían todo un acontecimiento y motivo de solaz, muy especialmente en el ámbito rural.

El toque de campanas en la iglesia del pueblo para avisar que había un vecino menos, daba el pistoletazo de salida para todo el protocolo funerario que se iniciaba.








Según el tipo de toque, se sabía si el difunto era macho, hembra o niño, de acuerdo con las cadencias entre toque y toque y combinación de graves-agudos; como los diferentes tonos de los móviles actuales, para entendernos.

Salvo fallecimientos repentinos, que escaseaban, comenzaba la especulación sobre si el finado sería fulana, que ya estaba encamada y muy malita, o zetano, que con ciento y algo de años era firme candidato a la titularidad en este tipo de actos; no había apuestas on-line, ni falta que hacían, pero sí se apostaba, sin más recompensa que haber ganado, por la identidad del desafortunado vecino, mientras no se empezara a correr la voz de quién había sido el malogrado.

El gasto en tanatorio era cero, pues estos no se habían inventado todavía y al cristiano tenías que tenerlo en casa algún tiempo mientras el personal de la parroquia y colindantes se acercaban para dar el pésame y, mucho más importante, para ponerse al día de las últimas noticias y de paso, meterse entre pecho y espalda unas copas de coñac y aguardiente por cuenta de los deudos del difunto y a su salud..., bueno, realmente a su salud, como que no procedería, aunque más de uno seguro que lo hizo.







Ni que decir tiene que, aquella especie de "barra libre" gratuita hacía que con el paso de las horas, y de las copas, la conversación inicialmente consternada y afligida fuera tornando hasta terminar contando chistes de los que, evidentemente, el difunto de cuerpo presente, era el único que no se reía.

Con la evolución de los tiempos vino la modernidad y el fasto:  tanatorios, coches fúnebres full equipe, flores, ataúdes de diseño, esquelas a página completa, cuñas en la radio, misas con doce curas...







Total, que salía más caro el entierro que un crucero de lujo de treinta días para dos personas, todo incluído; y lo que es peor, con desigual satisfacción para los que tenían que pagar la factura.

Teniendo en cuenta que el protagonista del asunto no disfrutaba un carajo de todo este dispendio, se empezó a considerar aplicar algún recorte en cosas superfluas:  unas rosas menos, tres curas en vez de doce, ataúdes normalitos, esquelas solamente a tres columnas, etc.

Y ahora, que pronto nos van a empezar a enterrar los "millenials", que están más tiesos que la mojama, se impone el laicismo, pragmatismo y, sobre todo, el "paso de todo, tío".

Con tal motivo, los negocios de honras fúnebres se van posicionando para sobrevivir y ya se están empezando a ver entierros "low cost".





Como quiera que la cosa ya se había venido recortando bastante,  queda poco recorrido para hacerlo más y mucho me temo que se adoptarán medidas tan poco consideradas  como tirar al difunto en el suelo para ahorrar en la caja, si bien lo malo para enterrarlo después, sin caja, es llevarlo al hombro, para ahorrar en el coche fúnebre; aunque también se lleve a hombros a los toreros con menos motivo.

La misa en la iglesia se está evitando ya en muchos casos, y en el tanatorio podría oficiarla el que toma los datos en recepción, poniéndose la casulla que dejó el capellán cuando lo despidieron a causa de los recortes.

Pronto veremos una APP de defunciones, para bajarse cuando a uno le palme alguien cercano, y ahí ya van los pésames, misa por Instagram, esquela en Facebook para darle "me gusta"...,bueno, aquí el "me gusta", como que no.








"Mira que entierro tuvo:  723 "me gusta", 81 "me encanta",  dos, que lo entendieron medianamente bien y le dieron a "me entristece", y un despistado que pulsó "me enoja".

Y, para terminar, y también gratis, unos cuantos selfies junto al extinto para colgar después en sus perfiles en redes sociales.

Para morirse, vamos.