domingo, 13 de agosto de 2017

Las Perseidas





Cómo ver la lluvia de estrellas de este fin de semana

La noche de este 12 de agosto es una de las mejores para disfrutar de las Perseidas.





Acabo de tomarme el segundo Gelocatil. Tengo el cuello que parece el de Fernando Alonso, y todo porque llevo cuatro horas mirando hacia arriba para ver si aparece una Perseida que quería yo pedirle una cosa a ver si se me cumplía.





Resulta que me he puesto, como mandan los entendidos, a mirar para el cielo en posición cúbito-supino, dirección Norte-Este, con los ojos bien abiertos, y aquí no aparece ni "el Tato".

La noche "mágica", no lo es tanto. Al final de las cuatro horas, ha pasado una lágrima, o eso he creído o querido ver.


Porque el "San Lorenzo" de hoy tiene su guasa. Esta semana he oído decir a fuentes bien informadas, que si el mejor dia, o más bien, noche, sería la del sábado al domingo..., que si este año no se llegarían a ver porque caerían siendo de dia..., que si no se verían a causa de las nubes..., que si la abuela fuma...; hombre, esto no es serio. Pongámonos de acuerdo: hay lluvia de estrellas o no la hay. Y punto.


En cualquier caso, tamaño dolor de cuello no me ha sobrevenido en vano; me ha servido para descubrir algo en lo que no había reparado anteriormente, entre otras cosas porque nunca se me había ocurrido estar cuatro horas haciendo el gilipollas mirando al cielo de noche en algún sitio que no fuera la cama; me estoy refiriendo al enorme trasiego aéreo que hay a esas horas de la madrugada por esos cielos de Nuestro Señor. Nunca lo hubiera imaginado. Cada dos o tres minutos pasó un avión por encima de mi cabeza.




 

El cálculo es bien sencillo:

Si en un avión viajan, digamos, doscientos pasajeros y en una hora han pasado treinta aviones; con una simple multiplicación llegamos a la conclusión de que, en cuatro horas, han pasado nada menos que veinticuatro mil almas por encima de mi cabeza.

Si a mí me han pasado por encima veinticuatro mil seres humanos, ya me dirán ustedes cuántos estarán sobrevolando España en tales momentos. Si hacen los cálculos bien, hay más personas en el aire que en en la tierra. Y, digo yo, ¿qué hacen volando a esas horas? ¿no pueden volar de dia, que se ve mejor?, las azafatas y "azafatos", ¿no tienen familias? y el comandante, o "la comandanta" -como diría el otro- ¿no duerme?.

Y los pasajeros no se salvan; esos cientos de miles de personas sin dormir, cabeceando malamente allá arriba... Así están las cabezas después, que no rigen y se excitan por cualquier fruslería y así no hay dios que se entienda y pasan las cosas que pasan.

En fin..., que como quiera que las Perseidas se resisten a dejarse ver, y los aviones siguen pasando sin tregua, me voy a dar la vuelta, hincar el hocico en la almohada y soñar con lo que se tercie; el deseo ya se lo voy pidiendo a Santa Rita de Casia, que para algo es patrona de los imposibles y probablemente me lo conceda antes que un bicho de esos que vienen de sabe dios dónde y no controlan de cosas terrenales.






1 comentario:

Silvia Larrosa Pan dijo...

Yo a Sta. Rita le pido otras cosas.
Si las Perseidas no quieren dejarse ver, que les den.