Mujer-rana

Récord de hombres y mujeres-rana en San Amaro

Ultimamente existe una obsesión compulsiva por acentuar el género femenino en todas las expresiones posibles, muchas veces conculcando las más elementales normas y reglas gramaticales, constituyendo una muestra más de la ciénaga de idiocia e indigencia intelectual en la que habitan algunos de nuestros políticos y tertulianos de medio pelo.

Se me viene esto a la cabeza por el titular de hoy que se refiere a las mujeres-rana.

No me encuentro capacitado para opinar sobre si el término es o no ortodoxo desde el punto de vista de la R.A.E., aunque entiendo que podría no serlo.

De todos modos, lo de mujer-rana es innegable que suena a cachondeo.

El sustantivo rana, sacado de su estricto contexto de nominar a un determinado anfibio, suele aplicarse con carácter peyorativo a defectos humanos.

De hecho, si consultamos en Internet, lo primero que te sale si pones "mujer-rana" es que en sudamérica una mujer ha dado a luz una niña con cara de rana. 

O sea, guapa no le está llamando precisamente.

¡Vaya tela!.

También puede aplicarse el término a que tu mujer te haya "salido rana", versión doméstica y coloquial de casquivana, entendiendo por esto que te esté adornando la cabeza, figuradamente, de indeseadas protuberancias sin la menor compasión ni disimulo.

Otra acepción más pudiera ser la de mujer falsa, o que se escaquea más de la cuenta.

Pero volviendo al tema que nos ocupa, tampoco queda bonito llamarle hombre-rana a una mujer; mucho menos invertir la figura nominando mujer-rana y hombre-rano. Y no digamos  ya, llevándolo al postureo lingüístico de algunos discursos, utilizar la expresión "los buzos y buzas de nuestro país...".

Entonces, ¿cómo solucionamos el problema sin hacer pasar a las mujeres por hombres o, lo que es peor, por batracios?.

Consultaremos a la Real Academia, a ver si pueden hacer algo al respecto y ponen las cosas en su sitio sin que nadie se sienta ofendido.